Todos los días desaparece una chica, todos los días muere un nene en Siria, todos los días la hipocresía de los hegemonías, mientras las minorías susurran una revolución ideológica. Esta revolución no es de esas que se llevaron a cabo con palos y batallas, esta es una revolución que tiene como objetivo que abras tu cabeza, que dejes de lado los prejuicios y estereotipos y apoyes el bienestar común, la paz mundial.

A veces creo que este siglo, el siglo XXI, el siglo de la información, día a día se transforma en el siglo de la duda y la fragmentación. Esta fragmentación que se ve en la opinión publica, en la justificación a la violencia con el uso y abuso de procesos históricos muy distintos en coyunturas muy distintas, fragmentación visible en la intolerancia a la diversidad, en el egoísmo colectivo de sociedades avanzadas y no avanzadas, en el planteo de soluciones simplistas que no dan con el problema de fondo, en la idealización de próceres y la transfiguración de los mismos en personajes nefastos de la historia, en el abuso de un género sobre otro. Simplemente, la fragmentación ideológica. A veces pareciera que cada bando, cada grupo enmarcado en su forma de pensar/ actuar, quiere empujar al resto de los grupos hacia su lado, argumentar hasta el absurdo para que le den razón, y cuando se intenta unir a los distintos grupos aparece la intolerancia, el escrache, la mentira, y la imposibilidad de unirse. Yo, a veces, pienso que todo sería mejor si nos uniéramos para plantear un camino a seguir, pero también caigo preso de la intolerancia, por mucho que no quiera.
¿Saben por que todo este embrollo? Por la historia, por la mentira, la violencia, la corrupción que siempre vuelve del pasado y nos tortura en el presente, y que nos hace dudar unos de otros, las acusaciones falsas y el partidismo político que combate a cualquier precio con tal de tener el poder, o en otras ocaciones, tener la razón, pues tener la razón conlleva tener poder, el cual según yo, derivaría en la influencia del pensamiento colectivo y el accionar de la gente. Dejemos de creer mentiras, de creerle a los corruptos que ya están demostrados que son tales, y busquemos al que tenga la razón. Ahora, cuidado, porque para tener la razón, tenes que plantear un argumento sólido que se sostenga sin la imperiosa necesidad de tirar tierra a los argumentos de otros, y siempre debemos tener en claro lo siguiente. No existe LA VERDAD, existen verdades particulares, unámonos para buscar una verdad que nos una a todos en un solo camino, porque cuando parece que solo UNO tiene LA RAZÓN, y por consiguiente, el PODER, el resto termina creyendo cualquier mentira. La verdad se hace del debate, no desde el orgullo ni desde el egoísmo o la idealización personal. No somos dioses, somos verdades parciales…

Atte: yo, un simple alumno universitario.

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