Me gusta pensar que me miras para saber si yo te miro.
Me gusta creer que me buscas entre palabras amontonadas.
Me apasiona pensarte sabiendo que tú, imprevisiblemente
asustado,
no dejas de percibirme entre las páginas de tu libro.
¡Contémplame, sí! Hazlo aun con tu mente perdida…
Pero mírame siempre, amor mío.
Aunque yo haga como que no te miro.
Aunque tú hagas como que no me ves.
Aunque el tiempo se congele entre mi no mirar observando
y el tuyo, que no quiere ver que me estás deseando.
Poema incluido en el libro «Pergaminos de Alma»
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