LA DAGA EN LA ESPALDA

Y a veces, con la punta filosa de la espada en mi espalda, vuelvo la mirada al firmamento.

¡Dulce sabor del alma!
¡Aire cristalino de las pupilas!
¡Vid de la existencia humana!

Me atestiguo en la luz que florece sobre mi cuerpo y vivifico en sus palabras, cúal suave vaivén, danzan sobre la inquieta hojarasca.

El alma oprime al corazón y viceversa y las manos ansiosas buscan la pluma.

¡Se siente la magia incorpórea que divaga inquieta!

Y de pronto, florecen los versos, que en forma de lamentos abandonan el cuerpo, dejando un corazón hecho tormento.

Y retornan los sueños que creí inservibles, y la sombra oscura se torna cristalina, y la luz florece desde el socavón de mis pupilas.

Y se comprende…

Que los ángeles no son aves que vuelan
Que la luz de la mirada es el reflejo del alma
Y el llanto que desencaja el rostro, no es más
Que la daga clavada en la espalda

* Imagen tomada del muro de Islam Gamal.
Luz Marina Méndez Carrillo/12102019/Derechos de autor reservados.

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