Al escuchar hablar al abuelo de aquellos tiempos de los cuales decía eran mejores, se me erizaba la piel, mi joven y rebelde alma no se imagina haber podido sobrevivir a aquella época.
Era extraño ver cómo le brillaban los ojos, en los cuales se podía vislumbrar un destello que parecía de felicidad, cuando se dejaba llevar por los recuerdos y nos contaba sus pequeñas y grandes historias.
Añora el viejo, algo que hoy para nuestra juventud es bastante escaso y considerado inútil, el diálogo, el compartir en familia, el contar como había sido el día a día de cada uno, y según él lo hacían reunidos alrededor de un fogón de leña, degustando una deliciosa taza de café.
Qué tedio tendrían que sentir los niños de aquella época, llegar de la escuela y recordar cuanto habían hecho durante la jornada, para contárselo a los padres y a los hermanos menores e incluso mayores.
Pero él ante mi duda, me dice que no, que era un placer contar aquellas cosas, que era la manera de estrechar lazos, de conocerse, de aprender, que aquello que parecía un ritual era la esencia de la unión familiar, dialogar, compartir y hacerse parte activa mediante la escucha de la vida de cada uno de los integrantes de la familia.
Añora las fiestas navideñas, donde la familia se reunía completa, sin importar que tuvieran que viajar cientos de kilómetros e incluso varios días, luego todos reunidos compartían alegrías y tristezas, se brindaba por los presentes y por aquellos que ya habían partido del mundo terrenal.
Nos contaba el abuelo, que rara vez, pero cuando sucedía que alguien no llegaba, igual su puesto estaba en la mesa y siempre era tenido en cuenta.
Claro –dije- en aquella época no existía la televisión, el iphone, el internet y las personas se tenían que desplazar para verse, pero hoy, hoy existe la tecnología, que nos permite en un solo clic darle el saludo a cualquiera al otro lado del mundo.
El abuelo ripostó – tienes razón, la tecnología ha permitido un avance inimaginable, pero así mismo separó a las personas, hoy no se siente el calor de un abrazo, se perdió la calidez del beso fraterno que fueron remplazados por emoticones, fríos e inútiles.
¿Sabes qué es esperar con ansias la llegada del ser amado después de varios días de ausencia? o¿sabes de la emoción de recibir una carta?, ¿acaso escribes cartas en las cuales desnudas tu corazón y te muestras tal cual eres?, ¿alguna vez estuviste con el corazón agitado pendiente de la llegada del cartero?.
Guardé silencio, la vehemencia de las preguntas del abuelo me desarmaron, mi cerebro convulsionaba tratando de entender que era eso que sentía el abuelo y que de manera especial brillaba en sus gastados ojos.
Hoy entiendo al abuelo, la ciencia y la tecnología nos sacaron literalmente de la tierra y nos llevaron a la luna, nos pusieron a girar en órbita, volvieron el mundo una gran aldea intercomunicada, pero razón tenía él, la tecnología redujo las distancias físicas, pero amplió y casi que desbordó las personales y sociales. Y en honor a la verdad entiendo quehoy estamos más separados que nunca.
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