MI PROPIO YO, mi propio mal

Cuando nací lloré, lloré para anunciar mi llegada a este mundo. Lloré porqué salí de la zona de confort y dejé atrás la calidez del vientre materno. Lloré porqué abandoné el lugar donde no tuve hambre, ni sed, ni tuve frío. Donde no hubo ayer ni mañana, donde el tiempo es eterno. Donde dormí y desperté sin ver amanecer ni anochecer. Donde la vida es un paraíso ausente de toda realidad y donde la soledad fue mi fiel compañía.

Ahora estoy aquí, en este mundo nuevo, sin otra alternativa que vivir o morir. Llorar cuando tengo hambre, cuando tengo sed o cuando tengo frío. Gemir, cuando necesito amor o cuando necesito abrigo. Entristecer cuando me siento solo y alegrarme cuando siento afecto. Hacer rabietas para expresar mi enfado ante el retardo y el desaliento, es la forma primitiva de decir lo que yo siento, no tengo otra manera de expresarme; es mi propio yo, mi propio mal, que habla desde los adentros.

Con el correr de los años aprendí a decir y hacer las cosas de otra manera, una manera más civilizada, más adecuada para satisfacer el entorno familiar y social. Me coloqué la máscara del deber ser y maquillé mi rostro para mostrarlo ante el mundo. Aprendí a callar y guardar sentimientos, a ocultar malcriadez y arrebatos para evitar castigo y resentimientos.

He visto pasar el tiempo y mi yo sigue existiendo, oculto bajo la máscara que me he puesto. Sin él no puedo vivir, es mi motivación y energía que llevo dentro. Fue quien me enseñó amar, llorar y apreciar las pequeñeces con humildad y sentimiento. Pero también, a sentir rabia cuando la injusticia me arrebata y me quita mis afectos. Es mi sombra, no lo niego ni puedo ocultarlo; es parte de mí y siempre está presente. Lo veo en el niño que ríe, que llora, pero también, en el que tiene rabietas. Lo siento presente en el adolescente inestable, rebelde y aventurero, enamorado y soñador. Lo identifico en mis momentos de nostalgia cuando sueño pero estoy despierto, cuando percibo atracción o rechazo en otra gente y cuando siento que la soberbia en otros me enmudece.

Hoy acepto al yo que llevo adentro con sus errores y sus aciertos, sus alegrías y desalientos. Es mi propio yo, mi propio mal, que aparece de tiempo en tiempo y que solo sabe decir lo que yo siento. Es la sombra que me acompaña y me inspira cada momento. No puedo ocultarlo, ni tampoco negarlo porque soy yo mismo que hace vida en mis adentros.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS