Capítulo I
Era una tarde calurosa y corría una leve brisa de verano, que en vez de refrescar aumentaba la sensación de calor, el cielo estaba completamente despejado y un sol maravilloso sofocaba todo el lugar, la playa parecía convertirse en cristal ante el agobiante calor y allí me encontraba tendido en una silla de playa tomando un poco de limonada esperando la visita de la muerte, ahora que lo pienso un poco la escena se diferencia mucho de lo que recuerdo, que va el calor me está haciendo delirar. Hoy es el día de mi muerte estoy seguro, como no estarlo si todos los acontecimientos de estos últimos días marcan mi camino a este lugar.
-Maldita sea porque me haces esperar en este maldito calor, ven por mí y terminemos con esto.
-Maldito calor, maldita muerte te he esperado diez días, ya es la hora que esperas, maldita sádica, te quieres seguir burlando de mí. Nadie en el mundo merece la tortura que significa conocer el final de sus días, aquí estoy ven por mí.
Ese maldito día, como olvidar todo fue normal, un aburrido día de trabajo, sin nada extraordinario, una mala conversación sin trascendencia con unos pocos amigos, una cena mediocre y a la cama, a esperar un nuevo día. Me costó conciliar el sueño, mi mente divago en sueños e ilusiones banales, tal vez eso fue lo que llamo tu atención, no lo creo.
El silencio y el miedo que sentía sentado al borde de mi cama, llorando y deseando que solo fuera una pesadilla, cuando te vi mirándome fijamente, tú rostro me era familiar y a la vez desconocido, no recuerdo tu voz pero de alguna extraña manera era capaz de entenderte, entonces supe quien eras, la muerte y había llegado mi hora, me sentí frustrado y triste iba a partir de este mundo sin pena ni gloria, sería un vago recuerdo que pronto se olvidaría, luego todo fue confuso y extraño. Mi vida paso frente a mis ojos, y fue tan fugaz que lamente todo lo que pude haber hecho y nunca hice, entonces, sujetaste mi mano y sentí un vacío en el fondo de mi alma que desgarraba todo mi ser, estaba muriendo lo sé y luego esas malditas palabras que nunca he podido sacar de mi mente.
-abre los ojos
-no tengas miedo
-mira donde estamos
-recuerda bien este lugar, aquí terminaremos lo que hoy ha comenzado, dentro de diez días.
Aún estoy sentado al borde de mi cama, solo fue una pesadilla me repito, solo fue una pesadilla, la más aterradora de mi vida pero solo una pesadilla, me levanto con dificultad,trastabillo un poco y logro encender la luz, mi habitación esta igual nada ha cambiado, mis zapatos tirados en un rincón, el color blanquecino de las paredes permite observar todo claramente, todo está normal. Solo fue una pesadilla, pero mis sentidos se rehúsan a creerlo, siento la arena en mis pies, mis oídos escuchan el murmullo de las olas, y mi nariz y mi boca perciben la brisa salada del océano, solo fue una pesadilla.
El choque de emociones es tan fuerte y el terror que lentamente va venciendo mi racionalidad crece, caigo de rodillas y lloro, entonces lo comprendo, he muerto pero por alguna extraña razón, tengo una segunda oportunidad.
No sé y no recuerdo cuanto tiempo paso hasta que pude levantarme, pero lo hice, abrí la ventana y una leve brisa acaricio mi rostro, la noche era oscura y el cielo estaba completamente despejado, las estrellas brillaban con una gran intensidad y era fácil reconocer algunas constelaciones, las tres Marías, recordé a mi padre señalando al cielo y mostrándome las tres estrella brillantes del cinturón de Orión, Alnitak, Alnilam y Mintaka, nombres que la curiosidad me llevo a descubrir mucho tiempo después, busque un cigarrillo lo encendí y tome una larga bocanada que exhale muy lentamente y seguí contemplando el firmamento en busca de más estrellas conocidas. Las estrellas siempre me cautivaron de niño pasaba horas ensimismado observándolas y deseando viajar a ellas y descubrir mundos habitados y nuevas civilizaciones, que me paso en que momento me perdí, cuando cambie mis sueños por una rutina aburrida. Pero lo que es más triste es que no sé en qué momento deje de vivir, la idea de morir nunca me había preocupado, pero lo que acababa de ocurrir me daba vueltas en la cabeza. Mi mente era un mar en turbulencia donde toda la racionalidad a la que le había dado una gran importancia durante toda mi vida naufragaba.
Con un demonio, estuve muerto pero eso no es lo que me preocupa, esa sensación de vacío y de no haber hecho nada, haber desperdiciado mi vida y sentir que iba a quedar convertido en un fugaz recuerdo, ese maldito vacío aún me acompaña.
Maldición que calor, es que tan graves fueron mis errores para que me sometas a esta espera.
– ¡maldita muerte donde estas!
Las gotas de sudor resbalan por mi frente, cubren lentamente mi rostro y por más que intentó refrescarme todo parece infructuoso.
Por qué en este lugar siempre me lo he preguntado, desde esa maldita noche a un no sé por qué aquí.
Morir y ver todo aquello en lo que creía desmoronarse ante mí en tan solo unos segundos fue algo espantoso, durante toda mi vida considere todo aquello que no tenía una respuesta racional como basura, supersticiones baratas de mentes incultas y de una pobre capacidad crítica, la ciencia tenia respuesta para todo y ahora dentro de esas respuestas había lugar para algo más que desconocía y a lo que nunca le di importancia, donde buscar respuestas y qué hacer si todo aquello en lo que siempre creí comenzó a tener fisuras, quien podría entenderme, quien podría creerme y no pensar que enloquecí, Maldita muerte me has mostrado el gran vacío que hay en mi vida y me has condenado a llevarlo.
Creo que falta poco para el amanecer quizás un par de horas, que hacer, seguir atrapado en lo que creía era una buena vida y esperarte, o tratar de llenar ese vacío, solo debías decirme has esto o aquello pero no me has puesto a elegir y eso me asusta más que llegar a tu cita, si me equivoco y pierdo esta segunda oportunidad, pero no este es tu sádico plan, enfrascarme en una cadena de elecciones y verme fracasar este es tu juego y creo que no tengo otra opción más que jugar.
Nunca le preste atención a un amanecer, pero este era diferente, era el comienzo, todo empezaba de nuevo a partir de este momento lo que había vivido las personas que había conocido y todo aquello que creía haber logrado no eran más que un gran vacío que ya no tenía ningún significado.
La tenue luz lentamente fue invadiendo la habitación recorría muy despacio cada centímetro y a su paso las sombras poco a poco desaparecían, recordé tu imagen junto a mí. Era hora todo debía cambiar ya no podía esperar el juego había empezado y era mi turno.
Tome una larga ducha, el agua estaba bastante fría pero la sensación del contacto con mi piel era agradable, no tenía prisa el tiempo ya no era un problema mi trabajo no importaba ya había tomado una decisión, tome algo de ropa la coloque apretujada en un bolso y me fui aun sin saber a dónde pero me fui.
Disculpa esta silla está ocupada
-No
La vista es espectacular y quiero esperar el atardecer, casi siempre me siento en este lugar y observo como se oculta el sol en el horizonte, pero no se preocupe cuando llegue la persona que está esperando me marcho.
-No hay problema
No lo creo, llevo ya un buen rato observándolo y la forma en que mira en todas direcciones lo delata, espera a alguien importante.
-No se preocupe estoy seguro que podrá ver el atardecer
Cree que la persona que espera no vendrá
-Vendrá estoy completamente seguro
Mi nombre es Soledad y el suyo
-No tiene importancia
No es justo ya conoce mi nombre, que me gusta observar el atardecer y este es mi lugar favorito.
Pero solo sé que usted espera a alguien
-Le repito mi nombre no tiene importancia
Está bien si así lo quiere, como ve hablo mucho espero eso no le incomode
-No se preocupe
Y al parecer usted habla muy poco
No le di importancia a mi acompañante y seguí divagando en mis recuerdos.
Compre un pasaje en el primer vehículo que saliera,mi destino la capital y no era una mala idea, la capital es un microcosmo que refleja el país, sea lo que fuere que estaba buscando ese me parecía un buen lugar para empezar, con poco dinero en los bolsillos y sin la más remota idea de que hacer me enfrente al caos y el desorden de una gran ciudad bulliciosa y sin alma.
Me hospede en una pensión de mala muerte, solo necesito un sitio donde poder dejar mis cosas, descansar un poco esas fueron las palabras que le dije al encargado cuando me menciono muy cortésmente que no creía que su pensión fuera un lugar adecuado para mí y más tarde ese mismo día entendí el significado de sus palabras
El lugar era frecuentado por prostitutas y drogadictos y quien sabe que otro tipo de personas, me impacte y tuve algo de miedo, luego recordé porque estaba allí y no le di importancia, siempre me creí mejor que muchas personas y me pareció un buen lugar para empezar mi búsqueda, ingrese a lo que parecía ser un lugar social era bastante amplio unas mesas un poco destartaladas y bastante sucias, las paredes eran blancas pero en todos los lugares se observaban enormes manchas de suciedad, del centro del salón colgaba una lámpara a la que le faltaban varias luminarias, varios butacas de madera y dos sillones bastante viejos y con su tapizado raído en muchos lugares, componían el mobiliario del lugar. Una nube espesa de humo de cigarrillo inundaba todo el lugar y le daba cierto aire tétrico.
¿Qué demonios hago en este lugar? Miré detenidamente buscando un lugar donde sentarme, pero solo había un espacio disponible junto a una mujer joven pero su aspecto mostraba que la vida no la había tratado bien, me senté junto a ella. Me miro de arriba abajo y pareció bastante extrañada, pero de alguna extraña manera le parecí bastante familiar.
-Me llamo Ana y hoy tengo un mal día.
Mi nombre es Tomas y creo que el mío es peor.
De repente sonrió, sus ojos se iluminaron y me dijo gracias, luego hablo, hablo y hablo y no paro, hasta contarme toda su vida, su padre fue asesinado de manera violenta, alguien dijo que él era esto o aquello y nunca le dieron la oportunidad de defenderse, ella y su madre debieron huir y buscar un futuro en otro lugar, pensaron que la capital era la mejor opción ahí podrían sobrevivir, pero se equivocaron la ciudad sin alma las devoro y ahora no son más que despojos maltrechos de una sociedad que ignora y discrimina.
-Soy puta, es lo único que puedo hacer. En mi pueblo era feliz era una muy buena estudiante, en las tardes siempre caminaba por la playa es un lugar muy hermoso y los atardeceres son espectaculares, mire.
Entonces, saco de una vieja cartera una foto raída y un poco deteriorada y me la dio, cuál fue mi sorpresa y el rostro de pánico que debí poner porque la pobre Ana se sobresaltó.
-Le ocurre algo.
No es solo que debo ir a ese lugar y no me pregunte por qué, Ana me dijo como podía llegar a ese maravilloso lugar es un poco irónico ella me hablaba del paraíso y para mí no era más que el infierno.
-No le parece maravilloso el atardecer, señor anónimo.
Ya le he dicho que no deseo hablar señorita déjeme tranquilo, es que no entiende.
En este momento no sé qué es más fastidioso, si esperar a la muerte o tener que entablar una conversación con esta mujer. Señorita ya le dije no deseo hablar es muy complicado para usted respetar mi voluntad y dejarme tranquilo.
-Está bien señor anónimo lo dejaré tranquilo para que siga ensimismado en lo que sea que piensa.
Ahora que lo pienso, Ana también hablaba sin parar, pero nunca me incomodo, solo la escuche en silencio, mientras ella me contaba todas sus tristezas, tal vez porque sentí que ella solo estaba descargando todo lo que tenía atrapado dentro de sí, al hablar con un extraño se sentía libre y creo que era la forma de olvidar su maldito infierno, Ana era delgada con una espesa cabellera negra, bastante alborotada que llegaba hasta la mitad de su espalda, sus ojos eran negros y tenían un brillo particular, su rostro era delgado y tenía una nariz pequeña, a pesar de lo mal que la había tratado la vida Ana era una mujer hermosa. Saco un cigarrillo de su bolsillo lo encendió y tomo una larga bocanada, se levantó me miró fijamente y se despidió con un hasta pronto, tristemente esa fue la última vez que la vi, al menos con vida, me quede sentado en ese lugar y por mi mesa pasaron dos o tres personas más, ni recuerdo sus rostros lo único que permanece en mi memoria es la tristeza que reflejaban sus ojos.
Tarde talvez un par de horas en subir a la habitación pero fue suficiente para ver desfilar ante mi a las personas mas desesperanzadas que he visto en la vida, y por cruel que suene, el sufrimiento de esas personas, hizo un poco mas llevadera mi carga abrí la ventana encendí un cigarrillo y aspire una gran bocanada, entonces la vi, parecía discutir con un cliente, la luz de la luna se reflejaba en la hoja de un cuchillo que se abalanzaba sobre ella como un depredador furioso y la devoraba en sus fauces, grite tan fuerte como pude, deténganlo la va a matar, el cigarrillo cayo a la calle, yo fui rápidamente en su ayuda, al llegar ya habían algunas personas a su alrededor y ella yacía tendida en un charco de sangre, sin vida, sus ojos reflejaban el brillo de la luna y ya no pude ver su tristeza.
-La muerte nos libera se lleva todas nuestras cargas, errores y fracasos, maldita muerte donde estas ya es hora.
OPINIONES Y COMENTARIOS