La cucaracha vivía a gusto. Era una casa de
gente sumida en la miseria, a sus habitantes no les importaba el continuo transitar de la cucaracha por la mugrosa morada. En la lascena de la cocina, había
hecho su pequeño refugio, en un rincón calido, entre las losas cuarteadas y envejecidas, que como dientes descuidados, habían cambiado su coloración de blanco a marfil, de marfil a color mostaza, y de mostaza a un amarillo ennegrecido, como carcomido por caries de mugre. La meseta de granito, sobre la que muy de vez en vez, hacían una pequeña estancia los alimentos, se había agrietado al paso de los años y supuraba de ella, desde pequeños volcanes en reversa, un agua grasienta que emanaba su tufo. Las paredes de la casa parecían como de cuevas irregulares enchapadas por un velo denso de polvo, que le daba cierta apariencia de neblina, en dichas paredes yacían colgados varios cuadros con insignias y figuras representativas de cierta revolución, y en la forma que se suspendían en las paredes parecían haber muerto sus líderes y sus promesas como colgados en orca. Pero los habitantes de esta casa aun le rendían culto, esperando de esos muertos en vida, no sé qué promesa antiquísima a a las que se aferraron por años.
Sobre los umbrales de las puertas y las ventanas, bajaba, como cortinas, un tul lúgubre de telaraña, que proporcionaba una aspecto enlutado a la sombría casa, por donde muy escasa luz penetraba, dado que sus ventanales se exponían a muy alto riesgo de caer al menor intento de abrirse, pues el comején y a la carcoma, habían socavado la madera desde su interior, dejando solo intacto el fino cascaron de su apariencia vetusta. Los apenas muebles de la casa parecían atornillados al piso, como los muebles de un barco, dado que el churre anejado acumulado en las losas por años los había fijado como cemento. Era un piso de relieve montañoso, la vieja raíz de un árbol había levantado algunas lozas del baño y parte de la parte posterior de la cocina. Ya hacía mucho tiempo que servicio sanitario no tenia ninguna utilidad, ya que el diámetro de sus tuberías de descargas se había cerrado hasta no dejar pasar ni el orine, por lo que los habitantes de la casa hacían su necesidades en pequeñas jabas de material sintético y luego las expulsaban hacia el patio trasero, que por ser trasero bien que emanaba su fetidez. La cucaracha con su forma oblicua y aplastada era la más grande del grupo de cucarachas que vivía en esa vivienda, se podría decir que era la cucaracha líder, medía casi siete centímetros. Su habitad era el más propicio para vivir plácidamente siendo cucara, debido a que ellas, por su naturaleza, son normalmente fotofóbicas y por lo general, asiduas a la nocturnidad, evitando la luz y el tránsito de personas, pero en dicha vivienda la oscuridad pernotaba tanto de día como de noche y los humanos poco o nada les importaba la cucaracha.
Un día, la cucaracha se asomó por una rendija y miró perpleja la habitación que colindaba con la vivienda donde ella habitaba. Era la habitación antagónica a la de su habitad común. La cucaracha quedó deslumbrara con tanta perfección y de inmediato fue y describió a sus semejantes lo que sus ojos atisbaron a ver
La habitación vecina, adyacente a la nuestra, es perfecta, sus paredes y techos son cabalmente lisos, sin irregularidades y en su colores diversos, abundan los tonos claros
– Si, y eso en nada nos ayudaría, pues las paredes lizas dificultan nuestro deslizamiento, además esos tonos claros nos harían aún más visibles para sus dueños- añadió una de las cucarachas a quienes la comunidad de cucaracha llamaba: la cucaracha consejera
– Los pisos son tan pulidos como una pista de patinaje, prosiguió con su descripción la cucaracha líder
Lo que produciría que al caminar nos escurriéramos en ellos, sin control de nuestros pasos- nuevamente intervino la cucaracha consejera
– la meseta es de un mármol azul, que a la distancia se percibe como un mar pavimentado, que aún desde su dureza refleja todo cuanto alcanza el ángulo de su vista
– nuestra meseta es la mejor, sus hondos posos almacenan los desperdicios que luego comemos- la cucaracha consejera seguía rebatiendo todos los argumentos de la cucaracha líder
– la luminosidad de la otra vivienda es como si fuera de día siempre
– somos seres de oscuridad y en nada nos beneficia la luz
– tienen unas máquinas a las cuales ellos llaman aire acondicionado que crean inviernos en verano
– nuestra temperatura ideal es la cálida
– las ventanas no están de continuo cerrada, porque su madera es fuerte e impenetrable
y así, la cucaracha líder, fue describiendo el resto de la casa, sus hermosas cortinas vendimias de paneles verticales con canas doradas, semejantes al oro; sus camas sobre las que dormían colchones placenteros, constituidos por muelle cónicos de espumas blandas; cubiertos por finas sabanas de algodón, blancas como la espesa nieve, que daban sensatez al clima inusual del lugar; sus muebles de madera de caoba finamente barnizados; sus aroma, como de un valle florido; su taza de baño, como fuente cristalina; sus adornos exclusivos, como exiliados de un museo y mientras más la cucaracha daba voces de lo que para ella era el lugar ideal, para el resto de las cucarachas no eran más que divagaciones
– es que no lo entendéis, dijo la cucaracha líder, con vos de mando y así prosiguió- es el lugar perfecto para reinar, nuestro reino actual es decadente, inservible
– acaso has perdido la cordura?- refutó nuevamente la cucaracha consejera, ni ese ni este reino nos pertenecen, nosotros seguimos tur ordenes no así los habitantes de esta casa , mucho menos los de la otra
– que dices, no ves como los humanos de esta casa se apartan cuando me ven, eso es por el respeto que me tienen, más yo no quiero súbditos tan inservibles, mal vestido y pestilentes, por que así sean los súbditos de un reino, así se dirá de su rey.
La cucaracha sin dar más explicación se marchó, dejando la agitación de las otras cucarachas atrás y así decidió aventarse hacia su nueva morada, trepando por la hendidura de un rodapié ligeramente descolocado. Ingresó con una marcha triunfal, como el ferviente conquistador de un territorio se pavonea ante sus antiguos príncipes. Recorrió nuevamente con la vista todo el lugar, hasta advertir algo que en su antigua visita de inspección no se había percatado, los cuadros con fotos e insignias de líderes revolucionarios de su primera casa, también se exponían en estas nuevas paredes para ella, pero daban apariencia como de poder vigente; los marcos cuadrilóbulos de terminación dorada, eran el soporte perfecto para una obra de arte, lo que daba cierta distinción a las imágenes bidimensional de las cartulinas que llevaban la firma de las imágenes impresas. Parecía que los habitantes humanos de ambas casas le rendían culto a esas iconografías de hombres plasmados en posturas erguidas, en plano de contra picada que daban un aspecto de imponente respeto y autoridad, como si fueran sus dioses, pero al parecer a los humanos de la primera casa estos dioses en nada o muy poco les habían favorecido, no así a sus cucarachas a quienes de oportuno eran las miserias que les rodeaban, al fin al cabo, con las solas virutas que dejaran los humanos caer, las cucarachas hacían festín. Pero a los humanos de la segunda casa bien que le habían favorecidos sus dioses, los habían colmado de favores, cuanto más seguro también a las cucarachas que habitaran esa vivienda- reflexiono la cucaracha líder- luego se oyó el rechinar de una puerta, la cucaracha alzo la vista y vió una figura humana, era una figura conocida para ella, su rostro también estaba enmarcado en los cuadros de ambas viviendas, era uno de los rostros endiosados, el humano lentamente se fue inclinando como en una postura de reverencia- pensó la cucaracha al verle- las cucaracha le correspondió con una sonrisa, dos segundos antes de morir al golpe de una chancleta.
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