I
Y vamos a llorar las dos, hasta que los ríos internos se sequen.
Desconsoladamente, vamos a sacarnos este antiguo dolor, que se nos repite, otra vez.
Y te abrazo, dulce niña mia.
Te pido perdón, por no saber guiarte.
Y me abrazas e intentas consolarme.
Y nuestro dolor, es solo nuestro.
Y lloro porque lo tengo que hacer y me acompañas porque me has visto crecer.
Te había prometido que nunca más nadie nos iba a lastimar.
Y tu mirada limpia y profunda, mi certeza me hizo flaquear.
Vivas estamos, queremos seguir estándolo, no nos queda otra que arriesgarnos.
Algún día aprenderemos la lección de que en el amor no hay obligación.
Y que quién ama lo hace con compasión.
Agradecemos hoy, mí niña y yo este momento de aprendizaje y meditación.
II
Tocaste mi puerta.
No tenia llave.
Nunca la tuvo.
No te abrí enseguida.
Esperé que te fueras.
Caso omiso hiciste.
Recé para que te marcharas.
Caso omiso, pusiste una semilla en mi cabeza.
Pedí al Universo que te alejaras.
Caso omiso, llenaste mi puerta de risas y alegrías.
Dibujé otra puerta, para escapar.
Caso omiso, todas tus lágrimas regaron la semilla.
Cambié el color de la puerta.
Caso omiso, me dejaste florecer y no me pediste nada a cambio.
Ahora soy yo, la puerta, la llave y la portera.
Caso omiso, sigues conmigo celebrando lo que soy y no soy.
III
y el Universo me acuna.
El silencio me nombra.
Los vientos me ayudan en la travesía.
Las flores nacen a mi paso.
La lluvia refresca mi frente.
Mi cuerpo la nave perfecta.
El corazón, máquina equilibrada.
La magia compañera necesaria.
Los cómplices leales, manos prestas para auxiliarme.
Camino limpio, sorprendente, abierto, infinito si estás a mi lado.
Amor constante, en cada latir incesante.
Inspiración a mares, regalo de los dioses.
Energía eterna, reserva divina no escatima.
Juventud incalculable, metamorfosis posible, posibilidad indudable.
Camino el sendero sabiendo que alas tengo, que a casa vuelvo…
IV
Tu presencia tan poderosa y determinada me lleva al naufragio de mis sentidos.
Me pierdo en el profundo mar de tu mirada.
Mi bote, pequeño cuenco de madera, tambalea al ritmo del viento de tus caderas.
La rosa de los vientos perdió sus pétalos celosa de los cambios caprichosos de la dirección de tus pasos.
Los mapas trazados, inútiles dibujos, garabatos infantiles ante el maremoto de tu desordenado cabello.
Las provisiones escasas son, imposible calcularlas, hambrienta y saciada, completitud incompleta.
Mis remos se perdieron en el alto mar de tu pasión.
No sé si soy tu capitán, contramaestre o un polizón aferrado a tu espalda.
Guiarme por las estrellas no puedo, has llenado mi cielo a voluntad.
Los mares dulces se han vuelto, tu dulzura todo lo invade.
Náufrago voy, capitán soy. Brújula mágica eres, isla perdida, agua de lluvia, puerto seguro tu cintura.
Tus manos hábiles sin proa ni popa me dejan.
Pierdo el rumbo bajo el embrujo de tu experimentado cuerpo, marinera del tiempo, ocupante bello, navegante que me presta su destello.
V
y vos no saliste a buscarme.
Me encontraste, una tarde soleada, en esa hora que las hojas se echan a dormir en las veredas tibias del final otoñal.
Me viste y supiste, no sé cómo, que era yo la que te iba a desbalancear.
Yo no supe nada, sumida en un gran sueño de dolor y olvido.
Y consciente o inconscientemente empezó la conquista.
No fue fácil despertarme.
Guerrera obsecada, colonizadora terca, fundadora frenética de mis sueños más escondidos, ni un sólo día bajaste las armas, ni en las noches heladas ni en las distancias irremediables.
Y ahora soy tu colonia, tu país, tu libertad, tu río, tus ojos tu raíz.
Ahora eres mi sombra, la otra mitad que me enaltece. La valentía que me embravece.
Ahora eres mi seguridad y calamidad.
Mí compañía y soledad.
Mi nacimiento y mi muerte.
Mi sed y mi fuente.
Mi anochecer, mi sol naciente.
Mi encuentro y mi extravío.
El acuerdo y el corazón hecho un lío.
Ahora eres la unidad, el olvido de la dualidad.
V
Que ésta sensación de dulce acuerdo sea constante…
Que tu mirada me lleve a otra parte…
Que las fronteras desaparezcan por obra de arte…
Que tu cielo sea el mio para poder amarte…
Que tus ojos me griten que no quieres alejarte…
Que tu rostro me declare claramente que eres mi otra parte…
Que mis manos nunca cesen de desearte…
Que sea siempre lo real, lo simple, lo posible amarte…
Que nos elegimos sin querer, sin saber, intuición, destino, caminar, camino, caminante…
VI
… y si te digo que me desconozco.
Que soy otra en mi cuerpo cuando te veo.
… y si te digo que no pienso.
Que la razón se muda de mi mente.
… y si te digo que me hago hoja.
Que el viento de tu andar me acongoja.
… y si te digo que vuelvo a nacer.
Que tu mirada profunda me hace reverdecer.
… y si te digo que me pierdo.
Que el mapa de tu cuerpo ansío.
…y si te digo que te miento.
Que es puro cuento hasta el hastío.
… y si te digo que te quiero.
Que los días sin vos, me llenan de vacío.
… y si te digo que tengo pena.
Que mis errores pasados me cercenan.
… y si te digo que me transformas.
Que quiero un nuevo andar, un camino distinto, libre de formas.
… y no digo nada.
No hace falta, un corazón sintiendo, dos almas sin habla…
VII
Y circulares somos.
Vaya adonde vaya, corra, me esconda o me enoje, vuelvo a mí.
Y me reconozco débil, inhábil, sin suerte.
Circulares somos.
Vueltas y vueltas das, redondas todas, y terminas coincidiendo conmigo en el silencioso encuentro antiguo.
Circulares somos.
Y repetimos, casi sin querer, los momentos que nos juntan, las situaciones que nos gustan, las emociones que nos asustan, pero que arriesgarnos no nos disguta.
Circulares somos.
Todos tus puntos son tan equidistantes a mi centro.
Tan iguales en esencia, tan diferentes en presencia.
Circulares somos.
Y vas a mostrarme mis partes oscuras, esas regiones sombreadas, negadas, cerradas que parecen no tener compostura.
Circulares somos.
Y me muestras tus luces, tu seguridad y tu determinación de sacarme de mi propia oscuridad.
Circulares somos.
Espejo, cristal y fuego.
Inicio sin final, siempre el mismo juego.
VIII
No voy a volver.
Los caminos que hice recorridos están.
Los senderos tortuosos ahora descansan en paz.
Aunque a veces tenga nostalgia de algunos lugares comunes, la vida me ofrece la fuerza viva de un ser reluciente.
No voy a volver.
Los caminos recorridos hechos están.
Algunos comenzaron siendo dulces y se agriaron con el tiempo.
Otros fueron amargos, cortos, oscuros, impiadosos.
Hubo largos y oscurecidos que se aclararon en el recorrido.
Los cuesta arriba mejoraron mi corazón y los empinados me hicieron más ágil, mejoraron mi visión.
No voy a volver . . .
Los caminos recorridos y hechos son vagas sombras del pasado que me dejaron aquí.
Agradezco los santos caminos recorridos.
Tanto camino, bendita mutación, cada vez más cerca de mi elegido destino.
IX
… y si el orden cósmico te da un hijo, déjalo ser.
Dale amor, dale guía.
Nada te debe, nada lo obliga
Críalo en libertad.
Dale alas.
Un lugar para volver.
Un mundo para experimentar.
Regálale amor sin condición.
Permite que aprenda de sus experiencias.
Muéstrale que te amas, así el se amará.
Acompaña tus palabras con acciones, eso él lo mamará.
Expresa lo que eres, él en tu espejo se reflejará.
No lo cargues con tus creencias y expectativas, libre volará.
Dale la mano, no lo aprisiones, no es tu pertenencia, efímera en tu vida, su presencia.
Déjalo ser, aunque los huesos te duelan.
Agradece que te eligió como su canal.
No le sacíes toda su sed.
Deja que busque o cree su propia fuente.
Que respire su aire, que construya sus propios puentes.
Sólo sé el fresco manantial, que de vez en cuando, pueda disfrutar.
X
Y la espera llena de angustia tu estómago.
Veo el rictus serio de tu boca.
El tacto de tus dedos expresan descontento.
Has olvidado todas las prisas, quieres sentirme aunque sea en remota brisa.
Ando por mis calles, sola, evocándote, pensando en tu risa.
Y mis tiempos lentos alargan tu ausencia pero te llevo siempre a cuestas.
Puede llover.
La noche caer.
Crepúsculo crecer.
Estrellas nacer.
El camino perder.
Personas conocer.
Tiempo ceder.
El mundo desaparecer.
Todo, todo dejar de ser.
Pero mi presencia en tu pensamiento, tu recuerdo tibio en mí corazón, eso que no se ve, eso que sólo se siente, nunca dejará de suceder…
XI
Vocación de amarte, no es la única, pero si la más existencial y deleitante.
Vocación de dibujar poesía, palabras fuertes, dolores que regresan a su fuente.
Vocación de rebelde, revela que mi rebelión más grande, conquistar tu cuerpo ardiente.
Vocación de conquistadora, tus mesetas, valles y mares profundos, mis deseos ancestrales.
Vocación de enamorarte, cada instante, cada pulso, cada paso de mi alma trashumante.
Vocación libertaria, soltar tus instintos, liberar los mios. Conquistar los espacios fallidos.
Vocación de vida, vivir muriendo en tu mirada.
Morir viviendo en tu espalda conquistada.
XII
Ésta noche la vida me invita a salir.
Me pone un espejo, cálido reflejo, imponente destello.
No es una invitación formal, delicada, normal, usual.
Me enrostra el convite, me lo impone tercamente, nada es casual.
Es una reprimenda, o tal vez una emienda, una sutura obligada para sanar tantas noches sola, tantas horas a deshora.
Me invita a mano suelta.
Será que para atrás no hay vuelta.
Y giro sobre mi, mareo sin mar, sus ojos me saben hablar…
La vida me sienta a su mesa, dos flores, un corazón.
Mantel blanco, tinto vino, y una nueva ocasión.
Esa es la vida, diciéndome sírvete, es tuya la elección…
XIII
Tantas veces he cortado el hilo.
Cuanto tiempo me he mantenido en vilo.
Años fingiendo ser la dueña del nido.
Ahora es tiempo de recuperar lo no vivido.
Sacarse el condicionamiento.
Animarse a expresar el sentimiento.
Perder el temor al rechazo.
Saber que es lícito hacer el ridículo.
Aceptar que soy el dios que no me abandona.
Que tengo todo, nada me falta.
Que soy la llave, mi propia espada, la lucha sin lucha, el amor que me espera, la salvación, mí sanación, el silencio que me escucha…
XIV
Te quiero, aunque me despojes de mis seguridades.
Te quiero a pesar de que destruyas mis vanidades.
Te quiero en todos mis estados emocionales.
Te quiero a pesar de tu ausencia llenándome de soledades.
Te quiero aunque me saques de mis cabales.
Te quiero a pesar de que cambiaste mis planes.
Te quiero aunque llore a raudales.
Te quiero a pesar de todos mis pesares.
Te quiero aunque me asuste la oleada de tus mares.
Te quiero a pesar de perderme en tus recovecos siderales.
Te quiero aunque sea un momento nuestro amor con ideales.
Te quiero a pesar de mis calamidades.
Te quiero ahora, fragancia nueva, dueña y señora de mis realidades.
XV
Cierro los ojos.
Somnolienta estoy.
Abro mi percepción.
Despierta voy.
Ceño fruncido.
Seriedad, un suspiro.
Quieres saber donde soy.
No estoy ni siendo ni pudiendo estar.
Simplemente me dejo por la correntada llevar.
El río seguro a tu orilla me ha de dejar.
Para qué más sufrir, más pensar.
En silencio debemos quedar.
Espacio infinito, cielo nuestro para empezar a volar.
XVI
La mañana se me presenta con una cálida sonrisa salpicada, en antojadiza mescolanza, de tu invisible recortado recuerdo luzminiscente.
Y el día irá trepando las horas, lenta o abruptamente, dependiendo de la calma o urgencia que le imprima a mi corazón.
Los pensamientos se irán entreverando en caprichoso tejido irracional. Los rutinarios, esos culinarios. Los del día por venir, que tienen la mala costumbre de hacernos creer en el porvenir.
Y después, los pensamientos constantes, la compañía sutil, la rémora infaltable de tu mirada, tu sonrisa en cascada, tu cabello, tu caminar, tu presencia alargada.
Cuando el día entre en el sendero del atardecer, será necesario un trozo de papel, para secar una caprichosa lágrima escapada de la cárcel de la represión. O un pedazo de papel blanco para escribir todo cuanto te extraño cuando como agua sin fuerza, me estanco.
XVII
Hoy saludo a tu niña.
La abrazo con el amor infinito de todos los caminos posibles.
Beso su frente luminosa.
Agarro sus manitos y en una ronda poderosa y redonda abrimos el cofre de los sueños de la infancia.
Multicolores deseos vuelan por el aire, libertad mezclada con inocencia intacta.
Compasión entrevarada con conocimiento estelar.
Trenzas renegridas el hilo connector con la madre Tierra.
Alas en los pies, corazón de pajaro y una emoción tremenda de saberse eterna a cada paso.
XVIII
La reina eres de todos mis altares.
La dueña de mis suspiros.
La maga de mis sueños.
La madre de mis sentimientos.
La forjadora de todas mis valientes aventuras.
La cazadora renuente de mi sol naciente.
La conquistadora visionaria de mi tierra solitaria.
La luna muda que de noche me abriga y desnuda.
La sonriente cómplice de una aventura que nos quema y nos madura.
La experta navegante de mis constelaciones, mis pasiones, mis prisas.
La palabra sin sonido que quiero escuchar.
La creadora de un tiempo sin igual.
XIX
… y me pasaría la vida sintiendo y no sería tiempo perdido…
Sería recuperarme del desamor, perdonando tanto olvido…
… y me pasaría la muerte al costado y no temblaría de miedo…
Cada momento a tu lado vivido en inmortal me han convertido.
… y me pasaría los inviernos abrigada al calor de tu cintura…
Descomunal recodo de tibieza y locura…
… y me pasaría todos los cielos volando al vaivén de tu respirar…
Soplo divino que no me deja sin rumbo muy a mi pesar…
… y me pasaría la vida sin soltarte…
… abrazos sin brazos, espíritu con lazos….
… y me pasaría la vida navegando en el cálido mar de tu regazo.
XX
Y el gran tahúr, el que maneja las cartas, me sorprende, al tomar mi maso y en un gesto lento y divino, obvio es Dios, todo lo que hace es divino, me tira en la mesa, tu carta.
Lentamente sonrío, muevo la cabeza en rito conocido de negación.
No, no, no! Niego con vehemencia.
No me responde. Es Dios, no habla, tampoco acciona.
Nos ha regalado el libre albedrío!
Acerca su mano a mis cartas, toma tres o cuatro y me las muestra, como un vendedor de feria.
Digo, más bien grito:
No, no, tampoco!
Él me mira. Dios no mira. Él todo lo ve.
Bueno, lo que sea que hace.
Luego de un instante toca la primer carta y una luz tenue, tibia, blanca me muestra tu rostro sonriente primero. Después tu cuerpo perfecto y joven. Estás parada a la orilla de una ruta. Sonriente, como sabiendo que lo tan esperado va a llegar.
Luego me muestra las otras, también son bellas pero no tienen inocencia…
Estoy a punto de refutar a Dios. Si! Al mismísimo!
Me quedé muda!
Trato de hablar!
Trato de gritar!
Siento que alguien me sacude.
Levántate! Sonó el despertador y parece que no lo escuchaste…
XXI
Me despojas de mis cabales
a medida que tu belleza me somete.
Piel y cintura, sonrisa sin cordura.
Tu entrega sin igual me enternece.
Me pierdo en el laberinto de tus curvas.
Tus valles santos me perturban
Quiero encontrarme y perderme.
Nacer o morir, a quien le importa,
si siempre estás para quererme.
Tu vientre suave ondulación.
Desatan deseo y emoción.
Adoras llevarme a tu juego.
Enciendes la llama, eres puro fuego.
XXII
Inevitable es quererte en todas tus formas.
Imprescriptible son los tiempos del amor.
Indescifrable eres cuando miras, cuando callas, incluso si me hablas.
Imperceptible diamante, te escondes, puedo verte brillante.
Inigualable voluntad inquebrantable.
Inolvidable maga adorable.
XXIII
y te imagino con muchas cosas en la cabeza
El ajetreo típico de la noche.
Y muy por detrás de todo mi sutil compañía.
Hoy has estado conmigo durante todo el día.
Misma frecuencia.
Misma ausencia.
Misma inevitable presencia.
XXIV
La vida en si misma es un hecho poético.
Intrínsecamente cada acto nuestro acarrea arte.
Eres poesía cuando sonríes.
Soneto cuando caminas.
Rimas con los sabores cuando cocinas.
Eres verso cuando acaricias.
Rima consonante en tu quehacer diario.
Asonante cuando lo común y ordinario lo transformas en extraordinario.
Reconocerlo o no depende de cierto estado de consciencia.
La vida es expresión artística sublime.
Soy el creador de mi poesía, aunque nadie pueda entenderme.
Confío en mí porque soy el creador, la creación y lo creado.
XXV
Te quiero casi sin querer.
Te quiero como la abeja a la flor.
Te quiero queriendo.
Te quiero en mi cielo.
Te quiero casi sin querer.
Te quiero como la luna al mar.
Te quiero queriendo.
Te quiero en mi constante respirar.
Te quiero casi sin querer.
Te quiero como el sol al amanecer.
Te quiero queriendo.
Te quiero mi piel sintiendo.
Te quiero casi sin querer.
Te quiero como el río a su caudal.
Te quiero queriendo.
Te quiero con toda tu magnífica singularidad.
Te quiero casi sin querer. Queriendo ser aquello que te complete.
Y que seas la sanación que me libere…
XXVI
Sé que me pasa.
Con pocas palabras ando.
Los vocablos a mis labios se han ido amarrando.
Juntar adjetivos, verbos, sustantivos, tarea vana se ha vuelto cada vez que me doy cuenta de que te vas alejando.
Las palabras suspendidas en el aire no quieren emocionarse. Cansadas de tanto alboroto, sólo desean callarse.
Y no es que todo haya perdido significado, al contrario.
En silencio la claridad he recobrado. Sin importar el terrenal resultado.
Las palabras huelgan cuando lo sublime se ha manifestado.
Mi musa celosa debe andar, tejiendo y destejiendo rimas y prosas. Los ojos húmedos, las manos temblorosas.
Temiendo ser desalojada, sin aviso previo, sin verso, ni beso.
Arrojada al cajón, ese donde van a parar las cosas, las que se necesitan pero no hacen falta.
El silencio se posó en mis labios.
La gramática sin reglas quedó.
Lo concreto, abstracto se volvió.
Lo efímero en eterno se trastocó.
Lo débil, fuerte creció.
Lo rechazado en total aceptación se fundió.
Y los tiempos de mis versos son otros.
No hay estaciones, ni temporales. Lluvia calculada, ni dirección de los vientos.
Ni marea, menos nieve inmaculada.
Tu mirada se ha vuelto mi poema favorito.
Y por más que quiera, no puedo escribirlo.
Infinito soneto de amor tus ojos destilan.
En el cielo se escriben las rimas, de emoción las estrellas titilan.
XXVII
El paisaje favorito de tus ojos, mi espalda.
El viaje predilecto de tus fantasias, mis hombros.
El recorrido delicioso de tus manos, mi piel.
El paseo inesperado de tus sueños, mi boca.
La cita a ciegas de nuestros corazones.
La llegada a destiempo, el trastocado momento de saber que morimos y nacemos en cada encuentro.
La partida ingrata, el juego que se detiene, manos vacías, llama perenne.
Los días sin marcar, fechas sin guardar, el rito cumplir sin palabras mediar.
Las noches palpitar, sentir tu cercanía, penas ignorar.
Los instantes vivirlos con intensidad, morada confiable nuestra precaria seguridad.
Aceptar sin más, sin preguntar, sin responder, al ritmo del eco de la vida, la canción que el Universo nos quiere regalar.
XXVIII
Puedo verte infinita, un eco tu cuerpo delgado.
La mirada de niña sorprendida.
Los labios que no pronuncian las letras que dicta el corazón.
Un remolino de sensaciones te hacen dudar, parece todo tan irreal.
Te miro y casi sin querer el tiempo se detiene, el espacio desaparece, no puedo poner en palabras lo que acontece.
Esto que haces en mi, despertar mí visión.
Me viertes tu luz, eterna soy.
Tan tamaño suceder es opaco al ojo común.
Pones todos los mundos a mi disposición, tan grande es tu amor que inmensa me siento en tu callado fervor.
XXIX
De todas las horas del día en que te pienso, siempre ésta es la que tu no presencia se nota más en los bolsillos descosidos del saco de la espera.
Ésta maldita lenta caminante que teje a dos agujas me muestra el sin sentido de la espera, de la pena, de mirar sin ver, de escuchar sin oir, de hablar sin pronunciar.
Y los segundos se hacen madeja, los ropajes huelen a tristeza y la ausencia llena desquiciadamente las habitaciones de mi casa sin tu tibieza.
No puedo romper con la monótona y monocorde rutina de extrañarte a esta hora.
No te imagino sola, no te veo en soledad. Eso me consuela, saber que el dolor me corroe las tripas así.
Quiero verte feliz conmigo o sin mí.
XXX
Y el hijo que por nueve lunas has llevado en tu vientre.
El ser que viene contigo desde antes que nacieras finalmente nació.
Ahora ya no está protegido por la placenta.
Respira el aire, bebe tu leche, reconoce el olor de tu cuerpo, el cuerpo de mujer generosa de vida.
El mundo se convierte en vientre.
Y maternalmente nos cuida y nos cria.
Succiona, agarra, llora, duerme, demanda… niño completo.
El Universo te cuida.
El Universo te amamanta y arrulla.
Llegará un momento que tendrás que nacer de nuevo.
El mundo te parirá tantas veces como decidas cambiar de rumbo.
Por lo tanto este es el cálido refugio de todo aquel que sabe y confía que el mundo canta la gloria de saber que eres otra nueva victoria.
XXXI
Quién cree que no puede, se desconoce.
Quién niega su potencial, niega su propia divinidad.
Abandona todo lo aprendido.
Aléjate mansamente de todo lo impuesto.
Regresa a tu niñez.
Vuélvete un niño, un infante, un inocente.
Recuerda que querías ser en ese momento.
Rememora la felicidad y libertad que tenías.
Nada en las manos, mente sin prejuicios, corazón espontáneo.
Vuélvete niño por un momento y recupera el sentir de esos tiempos.
Ahora eres niño de nuevo. Tu cuerpo ha cambiado pero en esencia eres el mismo.
Siempre has sido el mismo. Ahora tienes la oportunidad de saberlo, reconocerlo y aceptarlo.
Hoy en tu quehacer diario sé un niño, inocente, de mirada clara, con la capacidad de sorpresa a flor de piel.
Sal de tu personaje y vuélvete auténtico y el día milagroso será.
XXXII
Eso que desborda tu corazón.
Eso que llena tus espacios escondidos.
Eso que te enciende y en luz te convierte.
Eso que te desnuda, niña, joven, mujer ancestral, eres sin duda.
Eso que espontánea te hace, todo cálculo deshace.
Eso que sacude tu sangre, tu vientre, tu pecho delirante.
Eso que no ves pero que te gusta percibir.
Eso que sientes sólo junto a mí.
Eso es lo quieres, lo tienes, empieza a vivir.
XXXIII
… y la poesía es mi refugio predilecto, entre tanta gente que se ha olvidado de rimar.
… y tus ojos ese espacio infinito del que siempre una caricia escondida esperar.
Hoy mi verbo predilecto es abandonar…
Abandono mis costumbres mecánicas que me esclavizan.
Abandonas el enojo y te pones a la par.
Abandona el prejuicio, eres esencia pura, la única realidad.
Mi sustantivo bello juego…
La vida es juego existencial…
Juego que me lleva con todos a interactuar.
Juego que no me aparta, me aporta alma, sentido, corazón…
Adverbio que nunca es circunstancial: Hoy!
Hoy quiero, hoy puedo, hoy comienzo a delinear el juego, con mis nuevas reglas, que no excluyen, pero mis reglas escritas en una nube, sin tinta.
Apenas dibujadas con la certeza de que mi construcción soy yo desde un corazón amante, manos abiertas, en el presente constante.
XXXIV
Lo que ahora sí sé es que cada mañana puedo renacer…
Cada día puedo elegir que no ser.
Cada instante puedo decidir en qué creer.
Cada respirar puedo elegir a quien amar, a quien perdonar, a quien dejar pasar, a quien olvidar.
Ahora sé que todo acto, toda acción, toda situación conlleva, siempre, al amor como ingrediente necesario para sanar, sanarnos y poder realmente perdonar…
Y ahora sé que todos los dolores han sido el comienzo necesario de un nuevo camino…
Y ahora sé que todos los desencuentros han sido la hora exacta para empezar un nuevo recorrido…
Y ahora sé que tus ojos me miran invitándome a un nuevo destino…
XXXV
Los atardeceres siniestros sin la música de tu cuerpo.
Las flores marchitándose en la ausencia de tu risa.
Las horas en cuentagotas caen en el vaso roto de mis despojos.
La boca amarga sin la miel de tu sonrisa.
Los pies helados caminando en un puente roto, sombrío sin prisa.
Los ojos sin ver, mirar sin ser, la proyección de un mundo al revés.
El estómago una piedra, roca sin emoción tu falta lo trastoca.
Las manos trémulas, sin tacto, temen morir al no sentir tu contacto.
La mente, una alocada carrera de pensamientos que exhausta me deja.
Los pulmones sin aire aspiran a llenarse de tu sublime silueta.
El corazón se niega a llevar sangre sin tu vuelta.
El pecho acongojado presintiendo que dormir quieres sin mí cerca.
Labios agrietados, apretados, callando la sonora exhalación de mí extrañeza.
Dolor de barro, dolor de lluvia, dolor sabio que nos une en nuestros ojos que diluvian.
XXXVI
Nada sucederá mágicamente.
No esperes que el cielo te ayude.
No espéres nada de nadie.
Acciona de acuerdo a lo que sientas y dejarás de pedir.
Empezarás a dar y la experiencia misma te nutrirá de tal forma que los temores se derrumbarán y no volverás a ser el mismo.
¿Tienes seguridad hoy? ¿Estás rebosante? ¿Cierras tus manos y las sientes vacías?
Sé honesto. Mírate. Pregúntate, sin juzgarte, sin señalarte como culpable. Acércate amigablemente, trátate con amor, y desde el corazón, examínate.
¿Hay dolor? ¿Hay alegría? ¿Hay incertidumbre?
Todo eso y más!
Lo bueno es que puedas reconocerlo, meditarlo, sin el intelecto, dejando de lado el deber, callando la mente. Arranca de raíz todo lo que te ha sido implantado para que seas una oveja del rebaño.
No lo hagas por mí ni por nadie.
Hazlo como un acto de rebelión. Toma coraje y hazlo de una buena vez.
¿Porqué hay dolor todavía allí donde debería haber calma y amor?
¿Porqué sientes tus manos vacías aún?
Si hiciste todo lo que te enseñaron, fuiste un repetidor impecable de otros modelos.
Cuando se dice algo y se vive en contradicción con lo que se sostiene para el afuera, surge el sufrimiento, el desencuentro, la desazón, y cada día es una pesadilla, una repetición eterna de hábitos que te alejan del rebelde que eres, hasta que llega el momento de decidir, matas al león o a la oveja.
No me pidas nada, no me necesitas, eres lo suficientemente fuerte y valiente para afrontar las consecuencias de tus elecciones.
La libertad tiene un gran precio, pero el único que debe pagar eres tu. Porque se trata nada más y nada menos de que tu propia vida y de como quieres que sea la construcción de aquí y ahora.
Quiéres ser feliz, es tu decisión. Quieres continuar preguntándote cada noche los porqué, es tu elección.
Nadie está obligado a darte aquello que no das…
XXXVII
Anoche te soñé.
Parecías de veintisiete.
Como cuando nos conocimos.
Tanta belleza e inocencia en tu mirada pasaron desapercibidas.
Mi ceguera provocada por una terrible ignorancia.
El corazón cerrado, desvencijado, sin uso.
Anoche te soñé.
Tan joven y hermoso.
Como cuando teníamos deseos intactos de un mundo mejor.
Anoche te soñé.
Parecías tan feliz, como cuando creías que tenías el universo a tus pies.
Anoche te soñé.
Y tu mirada verde y clara me dijo que todo está bien.
Anoche te soñé, y aunque los sueños sueños son, tu efímera presencia me entibió el corazón…
XXXVIII
El mejor maestro que uno puede tener es el amor.
Correspondido o no. Algo valioso seguro te va a enseñar.
No me quiere. Me ignora. Me dejó. No me registra.
Todas palabras que salen de la mente.
Y duele algo adentro, que se cree que es el corazón.
Pero no! Parece que lo que duele es el EGO.
Esa capa superficial que confundimos con nuestro yo real.
Si pego una miradita interna, otra conclusión podría sacar.
Si es amor verdadero lo que siento por el otro y no me corresponde. Seguro que voy a ponerme triste. Acepto la tristeza. Pero tambien acepto y agradezco que puedo amar. Y que puedo ser genuino y generoso, deseándole lo mejor al otro.
Que no porque no me quiera es alguien malo y horrible.
Es tan libre como yo. Y está haciendo su propio camino.
Lo único que puedo hacer es agradecer la presencia de ese amor en mi corazón y seguir mi camino.
Si es amor verdadero y correspondido TAMBIÉN me voy a sentir perdido.
Tengo que sacrificar mi ego en el altar del amor y en su nombre.
El amor verdadero es tan infinito que dejás todo. Dejan de ser dos egos y se convierten en un individuo en la misma frecuencia vibratoria.
Cada uno libre, autónomo, pero en una misma situación energética que los mantiene ligados.
Es muy poderoso y letal. No hay nada que yo quiera para mi que no sea para el otro también.
Y se empieza a bucear en las profundidades del propio ser.
Y descubres iras y enojos guardados de otros tiempos y otras relaciones.
Y que debes sanarlas, soltarlas.
Y que puedes dejar de dar las repuestas de siempre y modificar conductas y emociones.
Descubres que el otro es tu continuación. Forma parte de tu Universo interno, por eso está afuera reflejándote.
Y comprendes que todo debes dar y nada exigir porque el otro es uno mismo en otro cuerpo.
Allí se producen dos sucesos fantásticos más grandes y amplios que el amor: la confianza y la compasión.
Agradece que el amor sea el maestro. Acéptalo. Fuye con él y no esperes resultados, porque siempre se gana!Siempre!
XXXIX
Vivir un amor verdadero requiere de cierta locura y un olvido del ego.
El amor es una pequeña muerte.
Dejo de ser yo para ser vos pero sin dejar mi individualidad.
Es arrojarse al vacío, confiando sólo en el corazón olvidándose de la razón.
Quien esté dispuesto a vivir entregado a un desaparecer lento de su personalidad y creencias, renacerá a cada instante.
La vida dejará de ser lineal y monótona.
Magia recobrará.
Música constante tendrá.
Quién se atreva a transitar el camino de un amor etéreo parecerá.
Los pies de la tierra no despegará, pero en los cielos morará.
Quién deseé de senda cambiar, deberá permitirse un amor ordinario olvidar.
Dejar de buscar febril.
El pasado amargo en miel convertir. Las manos abrir verdaderamente. Vaciar el corazón, limpiar la mente.
Sacudir el polvo, tirar todo aquello que sea condicionamiento.
Poner sal y condimento a cada instante, en todo momento.
Para que el amor no te agarre desprevenido, desaliñado, distraído.
Y no te preocupes por los resultados, el amor te regala un balance adecuado.
La persona que ama belleza siempre encuentra en el amado, y se enriquece al dar.
Tanto entrega que no necesita nada más…
XL
La tarde cae en cuentagotas.
Displicente se escurre entre las ramas.
Mis manos añosas y ajadas extrañan la delgadez de tu impetuoso cuerpo.
Se desgrana el dia en el atardecer y tu boca deliciosa no la alcanzo a ver.
Ojos vidriosos en el crepúsculo, necesito tu mirada al anochecer.
Silueta prolija, muchacha pasional quiero completo tu palpitar.
Basta ya de pensar.
Como hoja flotando por la correntada déjate arrastrar.
Yo te quiero así, difícil de parar.
Me quieres asi, fácil de atrapar.
Juntas estamos en este idílico lío hasta el final.
Después de haber fracasado en todo aquello que me fue impuesto,escribir es lo que me ha permitido volver a ser libre y creer en el renacer. Gracias.
Marisa
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