Se siente las campanas del dulce despertar
que gozan las melodías de la soledad
colgando las mascaras que sirven para
otro evento próximo que vendrá.
Una taza de café,
un sueño, lo demás ya no importa.
El próximo evento vendrá,
dicen…
Las melodías de la angustia empiezan
a carcomer como un pájaro carpintero,
el desocupado y la desocupada
que suspiran la pobreza
por los parásitos de este mundo burgués,
con su odio la vida vale menos que un billete de cinco pesos.
Sus risas solamente transmiten un vacío imperdonable,
el odio que utilizan es una epidemia
que cada vez afecta más las ganas de vivir.
Hay tantas cicatrices de dolor,
nos humillan,
nos matan.
Entre lo real y no real
“algunos” se ponen la gorra
“otros” deciden sacarse la gorra
y ponerse la diez;
allí la muerte toma
relevancia no por nosotros,
sino por el sistema.
Las campanas del dulce despertar
suenan los gritos de los llantos
de los refugiados,
de los emigrantes,
de los presos políticos,
suena…
aroma a pobres.
Despertar es tener la panza llena,
despertaren en la tierra que
nos vio nacer,
despertar con una sonrisa de libertad,
despertar una mañana
y decir basta…
El próximo evento
suena a un sueño que no vendrá,
suena a resistencia,
suena a organización.
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