Ven, sálvame.

Sácame de estas interminables dudas, de este inconsolable dolor constante de ver que todo se despeña, se deshabita palabra tras palabra, evocación tras evocación, paso tras paso; como la efigie de arena claudicada frente al viento vivaracho de las costas…
Sólo un abrazo puede bastar, es la única certeza mientras expongo la tristeza que sobreviene hoy en este folio irascible.
Tal vez una hoja sobre tus hombros, un poco de niebla en tu pelo, una frase que se propague, un abrazo como los de antes, una aventura, una metáfora.
Tal vez sólo tus ojos cuando mi ímpetu erecto te interna hasta inmolarse.
Quizás un jadeo tuyo, mío, nuestro como el perfume que desprendemos al tocarnos y lamer juntos los años de reyerta.
Ven, sálvame, amor mío…
Limpia estos escombros que llevo dentro; son muchos años de patria destartalada, de regiones maltratadas, de niños hambrientos con su tatuaje de piojos en la nuca y la descamación despiadada de existir entre los olvidados.
Son muchos los años farsantes impidiéndonos ver el vaho entrañable que desprende el puchero caliente en días gélidos.
Muchos años andando, componiendo para que se lo trague la promesa y se quede todo en una simple canción sin paraíso.
Muchos años reparando calles, humedeciendo besos secos, expirando en las esquinas en las que alguna vez quise ser puta eficiente.
Muchos años infértiles, muertos, disecados por la imposición actual de lo insustancial, lo feroz y zafio; como el bailecito cretino que el vecino adiestrado repite despacito cual mantra fascista que se instaló en las televisiones.
Ven, sálvame.
Tal vez necesite sólo tu palabra sencilla, tu copa de vino, tu lengua mojada en él, tu teatro combativo y eficiente, tu cualidad, tu lectura, tus oídos, tus senos, tu verga, tu espalda, tus posaderas, tus manos, tus ojos, tu barba, tus labios y piernas, tu voz en agudo y grave. Y tu cuerpo al servicio de un texto que no lo escribo yo, lo escribe mi amor por ti cuando te veo pirueteando entre los alógenos tornasol de creación combativa.
Ven.
Abre y cierra mis telones inestables para terminar con el asma fatigosa de esta inspiración persistente, jugando, declamando, aplaudiéndonos hasta reconstruir esta tierra amada y defraudada.

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