El monstruo del armario

El monstruo del armario

Eliana Lemos

24/09/2019

Mi nombre es Eliana, nací en marzo de 1996 y ésta es mi historia. Mi llegada al mundo no fue soñada, vine de sopetón como dice mi mamá. Mi papá me abandonó meses antes de que yo naciera con la idea de que mamá me abortaría, pero no lo hizo. ¡Juro que hubiese deseado que lo haga!

A mis 3 cortos años mamá se enamoró de un hombre, quien me dio su apellido y mantengo actualmente. Para él, yo era la hija que nunca tuvo y que mamá no le podía dar.

Para mi mala fortuna él no era el papá perfecto. Más bien era como un monstro en el armario. 

Crecí con una imagen confusa de lo que es tener un padre, el mío era muy abusivo, amenazante y perverso. 

No quiero dar detalles al respecto porque es recordar cosas que me hicieron y hacen mal a diario, sus acciones hacia a mí no eran las apropiadas de un padre a su hija. Más bien me veía como una nena en crecimiento. «Su nena»

En la primaria, recuerdo haber tenido la necesidad de hablar y contarle a mis amigas que el monstruo me veía dormir cada noche, me susurraba aberraciones al oído y sus manos frías me acariciaban de punta a punta por debajo de las sábanas… Me callé un tiempo, creo que meses, más bien años…

Ya no solo me tocaba, me obligaba a recostarme con él para poder tocarme con soltura y estar a su merced. Me lastimó, física y psicológicamente. Recuerdo haberle dicho en varias ocasiones que cada uno de sus actos me iban a marcar (y no me equivoqué).

Él solo decía:

─ Disfrútalo como yo, podes llegar a ser la madre de mis hijos. ¿No te gustaría?

Siempre me recordaba que mamá no le podía dar hijos y él me pedía que yo le cumpliera su sueño.

El 18 de enero de 2014 exactamente, lo recuerdo como si fuese ayer, hice algo que marcó mi vida: me empastillé. Ya era de noche y yo estaba acostada en mi cuarto, mi mamá estaba en su pieza mirando la novela y mi padrastro estaba en mi habitación (mirando pornografía en la computadora). De a ratos él volteaba y se levantaba para meter sus manos entre mis sábanas y tocarme, yo pateaba para que él no lo haga y él me devolvía el golpe con pellizcos. Me levanté de inmediato y salí a la cocina, allí encontré el botiquín de mamá con todas las pastillas que ambos tomaban. No lo dudé un segundo, tomé al rededor de 20 pastillas, todas diferentes: aspirinas , ibuprofenos, pastillas para la taquicardia de mi mamá, arritmia, clonacepan, etc.

Ya todos se habían ido a dormir y nadie pudo verme, me recosté en mi cama y mi corazón latía muy fuerte. Me coloqué los auriculares y puse en el reproductor de música «Pastillitas del olvido» de Tan Biónica (siempre que la escucho me trae tristeza), y anhelaba con todas mis fuerzas no despertar jamás.

Desgraciadamente desperté (mareada, abombada y débil), con los gritos de mi mamá y mi padrastro preguntándome qué había echo. Habían encontrado mi celular y en uno de los mensajes de texto yo me despedía de mi novio comentándole de la locura que iba a cometer.

Me cargaron en la camioneta y me llevaron al hospital del pueblo vecino, allí me hicieron un lavaje de estómago y me interrogaron unos policías por lo que había echo. Fue ahí en esa sala donde mamá se enteró de cada detalle, desde mi infancia hasta ese entonces. Sus lágrimas eran interminables, pero yo notaba en su rostro desconfianza. Y así fue, no me creyó ni una palabra.

Quizás me veía con desprecio por haber aceptado las reglas de mi padrastro, reglas que él impuso con demencia, frialdad y egoísmo. Era su juego y yo no quería jugar con él pero creo que mi mamá no lo veía de la misma manera que yo.

Hoy tengo 23 años y hace ya 5 años que vivo sola, lejos de mamá y de él. Pude salir de eso pero tuve que pasar por mucho… Viví en varias casas buscando amor y un techo, cuando en realidad quien debería de haberme acobijado era mamá.

No la juzgo, no sé cuales fueron sus motivos para no creerme pero espero y deseo con todo mi corazón no ser como ella. Que mi futuro no esté marcado por su pasado, que la vida de mis hijos no sea la misma que ella me dio a mi.

Me he sentido una mierda, sucia e insegura pero no debe ser así, ¿Por qué ellos duermen tan tranquilos?

Muchas veces cuestioné la vida que me tocó y guardé rencor a mi papá legítimo por no aceptarme en su vida, con la creencia de que mi destino hubiese sido otro. Las cosas suceden por algo, me repiten a diario y no, que injusto lo que tuve que vivir. Era una nena.

No quiero que haya monstruos en el armario, basta de eso.

Recuerdo cada caricia de ese tipo como un escalofrío y sus palabras me hacen eco en la mente a diario. Desgraciadamente olvidarse no es opción pero lo que antes era culpa ya no pesa porque entendí que el que se disfrazaba de padre amoroso era él y el monstruo que me rascaba las sabanas era el mismo que decía ser mi papá. Mi rol era solo uno: la nena! Él, cuántas personalidades escondía? Caras vemos, corazones no sabemos…

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