El Fin de México

El Fin de México

Marco F

24/09/2019

Me lleva.” Pensó el ultimo presidente de México a días de terminar su sexenio. Estaba preocupado por que nadie se ha postulado para ser el siguiente presidente.

No quiero ser recordado como el más estúpido y más corrupto presidente en la historia. Necesitan encontrar a alguien que tome mi lugar.” Le ordenó a su consejo privado.”

Su consejo privado siendo su sirvienta de toda la vida, el comandante militar, el secretario de estado, su perro chihuahua y por supuesto Dios.
Los cinco se quedaron sin palabras cuando escucharon a su “jefe” pedir la imposible tarea de conseguir a alguien o algo que haga un peor trabajo como líder del país.

El sexenio estaba por acabar y necesitaban actuar rápido.
Lo primero que pensaron fue escoger a cualquier callejero. Encontraron a un bolero de zapatos afuera de Palacio Nacional. Era perfecto, no estaba tan decrepito y desnutrido, tenía su dentadura completa. “Buen día Señor. ¿Qué le parece la idea de trabajar en el gobierno? Dijo el secretario.

Taría bien bueno.” Respondió el bolero.

“Excelente, pues muchas felicidades, digo el comandante. ¿Cuál es su nombre estimado?

Me dicen El Pedritas.” Dijo el bolero moviendo la jerga limpia-botas de un lado para otro.

¿Pero Pedritas qué?

¿Qué de qué? Preguntó de regreso.

¿Su apeido seño? Reitero la sirvienta.

No me acuerdo. No se uso de a rato.” Dijo con una sonrisa el bolero.

Pues serás Pedro…Boleros. El nuevo presidente. El Señor Presidente Pedro Boleros Cueron.”

“¿¡El presidente!? Nombre no. ¿Qué paso? Me respetan más de bolero. Gracias, pero no gracias.” El casi futuro presidente de México dice al agarrar su maleta de madera con brochas y menjurjes secretos.

“¡Diablos.” Dijo el comandante. “Estábamos tan cerca.”

¿Ora quién? Dijo el secretario. ¿Otro bolero?

“¿Quién será peor que el presidente actual caray? Respondió.

Ninguna persona escuchará el llamado.” Dijo Dios.

“¡I-a se quien!” Ladró el chihuahua. “A-i-a en mi pueblo del norte bajo Teja, encontramo lo que necesitamo.”

“¿¡Ah sí!? ¿¡Quién!?” Preguntó el comandante.

“Ya verá, ya verá.” Respondió el chihuahua maquiavelicamente.

El consejo privado rápidamente se fue al norte del país utilizaron el avión presidencial obviamente, debido a las prisas no tardaron mucho en regresar y presentarle al único candidato posible para la presidencia.

Wey…¿Es lo mejor que se les ocurrió? Dijo el presidente, incrédulamente volteando a ver a cada uno de su consejo. ¿¡Me trajeron al chupa-cabras!?

“Pues sí Señor. Nadie quiso ir después de uste.” Dijo el secretario. Pero ni se preocupe, le ponemos un traje y un ipil y nadie se da cuenta.

“No mames.” Dijo el presidente.

“Grrrraaawwhhhllllllalallrrrg.” Dijo el chupa-cabras.

“Ps si verdá.” Respondió el presidente. “Ni modo. Felicidades mano.”

Entonces es el gran día del nuevo sexenio. La raza estará contenta de cambiar el poder. Serán nuevos tiempos para México. Donde los carteles, mafias, racismos y pobreza sin duda se exterminaran. Y así fue…

“¡El presidente me mordió!” Dijo el secretario.

El chupa-cabras empezó a dejar los gustos por el cordero y empezó a gustar de las carnes humanas. Lo que el nuevo presidente no sabía era que su mordida causaba que los humanos perdían la capacidad de morirse debido al veneno del chupa-cabras, sus pieles se convertían tiesas y perdían la capacidad del habla.

Casi de un día para otro se propago la epidemia por todo el país, desde la punta tijuanera hasta puerto chiapaneco al final.

Los pocos sobrevivientes que quedan escasean cada vez más. Los sobrevivientes se conglomeraron en diferentes grupos de acuerdo a su conveniencia.

Están los fresas que bordearon el Castillo de Chapultepec con camiones amontonados casi un kilómetro de altura. Los zombi o los viven-muertos chupa-cabritas no pueden escalar muros.

Los religiosos escondidos en la Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos de Ciudad de México, la del Zócalo. Y los otros se reunieron en el Estadio Azteca, el fanatismo futbolista nunca morirá.

El resto del territorio mexicano está desconectado del mundo, arrasado por chupa-cabritas sedientos. Impresionante como el resto del mundo ignoró los aullidos de auxilio y dejaron que una nación y su pueblo sea exterminado, hasta que puedan bombardear a los chupa-cabritas. Debido a que la Organización de las Naciones Unidas no ha podido decidir quién se quedará con los restos del territorio; decidieron encerrarlos con muros rodeando las fronteros de extremo a extremo. Y así fue.

El día que cayeron lluvias de cenizas, cubriendo las últimas cosechas de los sobrevivientes fue la señal de que el fin es inminente. El gran volcán del Popocatépetl está despierto y enojado.

Necesitan escapar…

Entonces después de milagrosas carreras a través de lo que queda de un país que alguna vez tenía demasiada cultura y sopor vistos por una última vez.

Entre la frontera y los sobrevivientes se encontraban las granes hordas de chupa-cabritas muerto-vivos, millones no, cientos de millones reunidos ante la salida del infierno en la tierra. Y del otro lado el mar de furia ardiente del subsuelo se acercaba a los último rincones. Se agotaban las esperanzas de los sobrevivientes. Como siempre el ingenio mexicano sale a la luz. Aunque los chupa-cabritas sean muerto-vivos siguen siendo mexicanos con una debilidad; el abuso del poder. Así que se les ofreció una mordida y la tomaron. Dejaron salir a los últimos sobrevivientes a través del muro. Justo cuando llego el mar ardiente que arrasó con los muerto-vivos y cientos de años de historia, el fin de México.

¿Era necesario que algo así pasará para que una nación con más potencial que ímpetu renaciera de las cadenas de des-progreso autoimpuestas?

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