Odiseas de un escritor: Se fue.

Odiseas de un escritor: Se fue.

Daniel Sarciat

21/09/2019

Mi personaje: «Jorge», sale por la ventana y me abandona. Miro la pantalla fijamente y giro la cabeza moviéndola en movimientos negativos sin creer lo que acaba de pasar. Se fue.

Yo me había dejado las cejas escribiendo durante largas noches sobre su vida y sus vicios. Él, un hombre curtido y de poca palabra siguió seguro su camino y allí me dejó.

Enfadado cierro la ventana. Este era el fin, pensé. Un aprendiz de escritor en su primer relato y sin personaje. Llamo a mi profesora sin pensar. Son las 3 de la madrugada.

– ¿ Quién es ? – responde mi profesora sin voz.
– !Mi personaje se fugó profesora! – le respondo inquieto.
– ¿ Qué…? me contesta con voz seca.
– Soy Daniel – replico.
– Daniel… son las tres de la madrugada!.- Me responde gritando.
– Lo sé, pero ¿ ahora que hago ? – le replico en susurro.

Tos, silencio y ruido de sábanas.

– Reescribe la historia Daniel, reescribe la historia. A ver si así vuelve. Hasta mañana. – cuelga el teléfono.
– ¡ Buena idea !. – le respondo eufórico.

Quiero escribir, ser original y creativo, mi ser se descompone por dentro hirviendo en un continuo hormigueo oceánico de múltiples historias y personajes.

Ahora es el momento, he deseado hacer este curso de escritura creativa desde hace años. Mi pareja descansa ajena a tumulto de mi cabeza. Mi cerebro se ilumina en múltiples conexiones emocionales y racionales buscando un hilo conductor a esta historia. Me sudoran los poros y los pelos del cuello se colocan en posición vertical, respiro.

Una vida, una historia, quien era yo para imponer una trama a mi personaje. Quien mejor que él podría insinuarme su destino. Mi función no va más allá que la de un honesto escribano. Observador y cuidadoso del destino de lo que escribe sobre su el personaje.

Me quedo en silencio y escucho. Me levanto y abro de nuevo la ventana. La brisa de la noche hace vibrar las cortinas. Este relato no soy yo es él, pienso para mí.

Lentamente comienzo a escribir. La trama se esboza diferente, más fluida y serena. A él le va ha gustar pensé emocionado.

Por el rabillo del ojo veo una figura humana encorvada que entra por la ventana. Mis manos recorren ágil el teclado cuando escribo:

«Me llaman Jorge pero en verdad me llamo Juan. Todos me llaman así: Jorge, hasta mi madre. Solo mi padre, que en paz descanse, me llamaba Juan. Jorge «el fantasma» por lo de entrar y salir de las casas, ya sabes…».

– ¡ Bienvenido Jorge! – dije para mi.

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