Resignación

Resignación

Jota Báez

13/04/2017

Callado. Como si no tuviera lengua para hablar o como si no entendiera el idioma que ellos hablan. Silencio stampa. Los mira de a ratos sin esbozar palabra alguna pero molesto con su lenguaje. Espera a alguien. Desespera por su llegada. Está tardando demasiado y se impacienta. Recorre su metro cuadrado con la molestia de un toro embravecido. Refusila. Suelta palabras al viento que ninguno de los que están a su alrededor logra comprender. Busca en su morral negro, en el primer bolsillo, una botella de agua que siempre lleva consigo para estos momentos de rabia exprés. El agua viene a ser un sedante, el calmante de su impaciencia. Gira la tapa, abre la botella, bebe un sorbo, la cierra y la guarda en el mismo lugar de donde la sacó. La furia ha mermado pero la impaciencia no. Parece que su cita está viniendo. Cree verla a lo lejos aunque transita a gran velocidad hacia su encuentro. Lleva mucho rato esperando. La calma pareciera llegar por fin… Pero se da cuenta que todos esperan a quien él también espera. Siente celos. Muchos celos. Su cita está llegando; está a unos escasos cien metros. No lo tolera. Se siente engañado. Creía que iban a estar solos pero resulta que ahora hay más invitados. Era sabido que en algún momento se iban a sumar otros pero él quería ser el único en el primer instante de su encuentro. ¡No quería a nadie más! Su deseo era ser el exclusivo y el único que estuviera ahí cuando su cita llegara. Lo malo es que ya es tarde y no puede esperar otra oportunidad. Es muy de noche como para salir a buscar otro encuentro. Su cita llegó. Se paró frente a él. Los demás, aquellos que estaban ahí hablando un lenguaje raro y escuchando música que no era de su agrado, se asomaron para ganarle el paso y ser los primeros. Querían exclusividad, ser los primeros, ir para el mismo lugar tal vez. Se resignó. Entendió que su cita no elige, que puede estar con todos al mismo tiempo. Entendió que él no es exclusivo y que no van a ir solos al lugar de destino; que más gente se unirá en el camino. Entendió que siempre va a haber otra gente en la parada del colectivo. Que todos, hablen como hablen y escuchen lo que escuchen, también viajan en el 115 desde Villa Lugano hasta Retiro.

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