Últimamente, mi mente está un poco distorsionada, tengo tanto en que pensar, que a veces quizás olvido algunos de los mejores recuerdos de mi vida.
En algunas de esas memorias, las personas desaparecen como si del viento se tratara, sin dejar rastros físicos, pero en el corazón, a veces, una que otra huella, un frío inexplicable me envuelve y pronto me duermo sin enterarme.
Siento que hoy día lucho por recordar hasta los más simples detalles que me hacían sentir plena. Por volver a sentir, por oír el mar, por sentir la arena en mis pies, por mirar mi piel dorada, por besarle, por alzar la voz en aquella montaña, por sentir el viento en un mirador, por llorar en aquel parque, por agotar mis pulmones, por vivir un poco más…por ignorar que los días se acaban y que cada vez la memoria se vuelve más ligera.
Estoy encerrada, dentro de mis propios pensamientos tratando de rebuscar entre los rincones más pequeñitos, detalles de mi infancia, el rostro de mi mamá iluminado por un atardecer en las montañas y la sensación de paz que me daban sus manos al pasar por mis mejillas, pero aquí dentro ya no queda nada de eso, recordar me duele y no hacerlo me mata.
Sé que no quiero ver partir a mis memorias, desprenderme de mis recuerdos.. No quiero dejar de recordar, no quiero dejarlos morir. Los recuerdos eran lo único que me quedaba en esta vida y hoy dejarlos ir me quiebra por dentro.
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