El guardia del Cementerio de la Recoleta miró su reloj.Eran las 8hs punto, y se dispuso a abrir el portón de entrada. Era tiempo de turistas, que llegaban temprano, para visitar la tumba de Evita y sacar la mayor cantidad de fotos posibles, corriendo por los pasillos como desaforados. Cómo si alguno de los habitantes del lugar se pudiera escapar.
Este jueves, no paro frente a los portones ningún micro con turistas. Solo un hombre vestido de negro que apuro su paso y se hundió en los pasillos.
¡Que extraño! Pensó.Nunca lo había visto por el lugar. Justo a él , que le podía sacar la ficha a cualquiera con solo mirarlo un instante.
El hombre de negro se paró frente a una bóveda y extrajo de sus bolsillos un manojo de llaves. Abrió el candado y entró. Los primeros instantes se ocupó de la limpieza del lugar. Luego extendió una pequeña alfombra, en el mármol frio del piso y se recostó cuan largo era. Cerró los ojos y empezó una cuenta regresiva:21, 20,19,18,17,…Cu ando llego a cero, abrió los ojos y estaba en los años 70.Era su casa, su padre gritándole y su madre llorando en un rincón, oprimiendo un pañuelo.
-¡Seguro, que estas drogado! . Siempre fuiste un inútil.
En tiempo real, él se levantó y le pegó un golpe a su padre. Ahora se incorporó lentamente y dijo.
-¡Perdonáme papá! .Te juro que voy a cambiar…
Abrazo a su madre y le dijo:
-¡Perdonáme mamá! Nunca más vas a llorar por mí…
Se despertó, vio que estaba todo en orden, cerró la bóveda y salió caminando por el portón de entrada.
El jueves siguiente, el guardia volvió a ver al hombre de negro, lo siguió con la mirada y lo vio perderse en los pasillos .El mismo ritual. La alfombra en el piso, los ojos cerrados y la cuenta regresiva: 21,20,19,18,…..
Cuando abrió los ojos estaba en la sala de visitas del penal de Villa Devoto. Enfrente estaba su amigo de toda la vida con una condena de 8 años de prisión.
-¿Te acordaste de venir a verme?…Le dijo con desprecio.
-¡Perdóname, Julián! Ya fui al abogado y conté toda la verdad. Cuando presente los papeles estarás en libertad.
Abrió los ojos. Controló que todo estuviera bien, acaricio el féretro de su madre y partió.
El tercer jueves, comenzó la cuenta regresiva y se encontró con su hermano mayor.
-¡Perdonáme Jorge! Aquí tienes la escritura de la casa de los viejos, ya levanté la hipoteca. Yo no quiero nada. Es todo para tu familia y tus hijos.
El cuarto jueves, el guardia lo siguió a distancia prudencial y vio que entraba en la bóveda de la familia Gimaraes. Luego buscó en los registros del cementerio y todo estaba en orden. Dentro de la bóveda, comenzó la cuenta regresiva. Cuando abrió los ojos estaba frente su primera novia.
-¡PerdonámeAndrea! Podés tener al hijo que llevas en el vientre. No sé si voy a ser un buen padre, pero quiero que me recuerde bien. No fueron esas las palabras que pronunció en el tiempo real.
El guardia del cementerio esperó unos meses y al ver que no volvió, abrió la bóveda con su llave maestra y con horror vio al hombre de negro muerto en el piso sobre una alfombra. Con cara de felicidad.
21,20,19.18.17,16,15,14,13,12,11,,10,9,8,7,6,5,4,3,2,1,0000000000000000000000000.
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