Creo que moriré muy pronto.

Me iré en una marcha pausada, aun sin verte.
He mandado cambiar todas las luces, para lograr incertidumbre.
He cambiado lo distante que estoy absorbiendo unas lágrimas tristes.
Como dije anterior, no sé si te veré aun.
Pero intento guardar unas ganas sencillas de eclipsarme.

Y buscaré en lo profundo una necesidad insoluble de tu Vientre.
Para detener las ganas de irme sin la luz de sus ojos.
A un cuando intento sucumbir.
Empeñado en esas lágrimas mías, secas por tu mirada.

Cualquier día me muero y danzare sin encomiendas,

Valorando como un bólido el abrazo de las partículas infieles y los miedos consumidos.

Cualquier día viajaré, no avisare a mis deudores y consumidores de huesos desechos. Los viejos amigos que habitan en mis rincones húmedos, las playas de mi piel grasosa.

Me iré sin miedo, pero con un inmenso miedo a la verdad humilde,

A la mentira escondida de los presagios humanos.

Cualquier día de estos me voy, en una barca de soledades, con flores y mariposas escarlatas.

Con duelos de colores, con melancolía de no verte en mis noches de naufragio.

Intentare sofocar las luces que ha consentido la confianza en la oscuridad y me marcharé despacio, las aceleraciones han provocado que se marchite el tiempo, que se confunda el alma en su camino.

En estos días donde no nace el cielo y se experimenta con promesas de tierra, y el fuego es lo mas real del sendero.

En mis límites sin lágrimas y esperadas sombras imaginarias culminantes de mi maza, navegaré.

Cualquier día de estos zarpo, pero me iré solo.

Prefiero acompañarme de las verdades mías que de las especulaciones banales que da impresión cómoda a la fortaleza.

Como ya no regresaré, me puse mis zapatillas negras de cuero,

Para caminar tras la indecisión.

Llevo mi saco usado de matiz de negro.

El pañuelo de color que dejo mi madre en su partida.

Las paginas sueltas del libro de poemas agobiado por las termitas.

Colapsando el principio, la luz que me distes, haciendo burbujas.

Me voy y prefiero la soledad, es la autoridad infinita, ataviada por los momentos.

Prefiero ir incomprendido de mi espiritualidad que ir sofocado por la incertidumbre.

Un día de estos llega la muerte y no has vivido la vida.

15 de agosto 2001.

Ariel Ponce.

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