La lluvia genera en mi esa sensación de paz
que nadie ni nada logra provocarlo.
Me hace sentir que limpio de mi todo lo que me hace mal,
todo lo que me frena, me arrastra y me hunde.
La siento como una salvadora que aparece ante mi
con su imponente presencia queriendo bañarme con su pureza.
Sacia mi sed, mi sed de estar bien,
mi sed de librarme y liberarme de aquello que me hace mal.
En mi interior guardo mucho rencor,
y la lluvia me vacia de a poco, deja en mi solo lo que me sirve,
deja en mi solo lo que me hace bien.
Cada lluvia, cada tormenta, yo la celebro,
espero ansiosamente esas tardes nubladas en lasque me
siento junto a la ventana para observar las gotas caer
y deslizarse frente al vidrio de mi habitación.
Es una sensación inexplicable, que no se puede traducir con palabras,
que no se puede ni describir.
Ese momento mágico en el que somos
la lluvia, la soledad y yo.
Ese momento mágico en el que las tres nos abrazamos
para continuar con nuestro camino.
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