MI DIARIO: «Lo que soy y lo que era»

Así he llamado a esta parte de mi Diario de Vida, Puesto que a partir de ahora comenzaré a relatar la primera parte de mi vida y como llegué a donde ahora me encuentro y también el porqué.

Empezaré por explicar que mi nombre verdadero es Sandra, pero son muy pocas las personas que me llaman así, ya que para la mayoría de los que me conocen, soy Bárbara, ese es mi nombre artístico, si es que se le puede catalogar así a la profesión a la que me dedico, pues soy bailarina de un local nocturno, muy conocido que se llama LAS LUCIÉRNAGAS, allí es en donde me desempeño desde hace ya mas de ocho años de mi vida.

Para la mayoría de la gente, el hecho de dedicarse a esta actividad, nos convierte en «mujeres del ambiente», en prostitutas. No voy a negar que actualmente son muchas las que también ejercen esta actividad y no las critico por eso, ya que sé que detrás de aquellas existen familias, hijos e hijas y grandes dramas sociales, pero en mi caso no es así, ya que jamás me he ido a acostar con un hombre a cambio de dinero, espero que nunca tenga que hacerlo, pero «no escupo al cielo» ya que la vida tiene muchas vueltas y en este ambiente las cosas ocurren muy diferente, como lo he podido comprobar a lo largo de estos ocho años de mi vida nocturna.

Hace algunos años atrás conocí a un hombre, para mí, muy especial, fue en una etapa de mi vida, también muy especial, él era diferente al resto y compartió conmigo muy buenos momentos, tal vez los mejores de mi vida. Él me trató como una persona sin importarle mi condición, me enseñó a valorarme y también me incentivó para que me fuera superando, que estudiara y desarrollara las cualidades que poseía, como mi afición a la lectura. Desde entonces comencé a escribir este especie de Diario de vida que he tratado de llevar y que se ha convertido en mi forma de desahogo y consuelo en mis muchas horas de soledad.

Fue también él quien en una oportunidad me explicó porque nosotras éramos las luciérnagas, me dijo que éstas eran unos pequeños insectos que durante el día a nadie llaman mucho la atención ya que son grises y desabridos, pero que sin embargo al llegar la noche, de sus cuerpos de desprende una luz fosforescente que ilumina la oscuridad y por eso despiertan la admiración de quienes las contemplan, tal como ocurre con nosotras, ya que durante el día somos mujeres comunes y corrientes y pasamos desapercibidas en nuestros hogares, pero al llegar la noche y vestirnos con nuestros trajes y maquillaje, bailando a la luz de los potentes focos en el escenario nos transformamos en estrellas que brillamos con luz propia, igual que las luciérnagas. Él tenía razón ya que la mayoría de nosotras llevamos una doble vida, así es en mi caso, ya que tengo una hija que muy pronto va a cumplir los trece años, no quisiera que ella pasara por todo lo malo que yo he vivido, ni menos que supiera a lo que hago para mantenerla, creo que se avergonzaría mucho, pero la verdad es que gracias a esto ella puede educarse en un buen colegio y espero que algún día se pueda convertir en una buena profesional: Una doctora, o enfermera, en fin lo que ella decida. Para eso yo vivo y trabajo, ella es mi motivo para vivir.

A mis treinta años creo estar a mitad de mi camino, pero tengo la impresión de haber vivido mucho más, en este diario me he propuesto contar toda mi verdad, sin quitarle ni ponerle, sé que he cometido muchos errores y si pudiera volver atrás , seguramente todo sería diferente, pero como eso no es posible, debo continuar adelante y si algún día mi hija llegara a leer este diario, quiera Dios que me comprenda , que no me juzgue y que me perdona por no haber podido estar mas tiempo con ella, pero así son las cosas, una no elige el destino que le tocó vivir.

Tampoco este relato tiene afanes literarios,pues que aunque logré terminar mi educación media, no poseo mayor cultura que aquella que me han dado los numerosos libros que he leído, esto, ya en si es bastante raro, en el ambiente en que me desenvuelvo, ya que nadie se preocupa por leer algún libro y fue por esa razón que seguramente Roberto se fijó en mi y me alentó para que escribiera mis experiencias de vida, él me escuchaba con mucha paciencia y aunque ahora no está conmigo, yo le deseo lo mejor, que sea feliz y que haya podido realizar los sueños que tenía. En cuanto a mi futuro, eso me da mucho miedo, para una mujer como yo que vivo de mi apariencia y de mi físico, el futuro es incierto y no me gusta pensar en eso. Solo le pido a Dios, que prolongue mi juventud y que permita que yo pueda seguir en esto hasta que mi hija pueda valerse por si misma.

En fin, dicho todo esto, pasemos a mi historia:

(Continuará)

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