Memorias de una conciencia

Memorias de una conciencia

Honey Honey

06/09/2019

Evoco un perdón mudo, una súplica callada que le salía de las entrañas.

¿Quién perdona cuando no sabe que es engañado?

Más aún cuando ignora que se está arrepentido, sin embargo,para ella fue suficiente y en su duelo interior estaba a paz con lo que hizo, pero ya oculto de sí misma con una habilidad innata de quien evade sus errores; habilidad que le servía de escudo cada vez que quería volver a sus andanzas. Para ella, ver desde tercero lo que en carne propia había hecho era fácil, era como salirse de misma, observar y juzgar.

Lo tenía todo o al menos lo que ella pensaba que podría llenar su vida, sin embargo, a veces le invade un vacío, como si tuviera una envoltura que no dejara apreciar el contenido, no era ella, era quien querían que fuera ella, quien la gente pensaba que debía ser ella, pero jamás fue ella.

Por eso era más fácil huir, ser vil y vivir en secreto la vida que no se atrevía a demostrar y que ella misma rechazaba, pero por dentro bailaba del escozor que produce ser quien en realidad quieres ser.

Él es perfecto, es sincero, único, centrado y apropiado, encantador y aunque en cierto plano lo quería,lo admiraba y seguramente si no fuera de ella lo desearía, no era más que la fachada de la vida perfecta que asumiría tener, una compañía idealizada, pero no anhelada.

La noche llego y al tocar la cama, se basó en un ir y venir de críticas mentales sobre su actuar y sobre cómo se sentía; escasa de determinación, cerró los ojos sin esperar nada más que aquel encuentro.

El lugar era sereno, con un aire de efusividad, como si fuera idealizado, como si en él hubiera dedicado parte del día para que fuera perfecto, camino hacia el umbral y lo vio depie sobre lo que sería un altar de piedra.

Él no es perfecto y ella no entiende por qué insiste en idealizarlo, pero en este punto ella no manda, solamente disfruta encontrarse, aunque sea en sus sueños, con el amor de su vida.

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