Apenas puse un pié en la carretera retrocedí aterrado, unagigantesca gandola de gasolina venía resoplando sus frenos de aire y pasó como una exhalación por la destartalada vereda.
Detrás de ella venía una buseta de pasajeros y le hice señas para que se detuviera, la misma frenó bruscamente y pude subir con alguna dificultad agarrándome de un tubo que estaba en el techi, pude darme cuenta que venía totalmente llena y sus asientos, si es que se les podía dar ese nombre, exhibían cantidad de roturas y pliegues dejando ver el contenido de espuma sintética completamenre sucia por el uso.
Se desocupó un asiento y logré sentarme al lado de un niño de unos 8 años, completamente delgado y raquítico, llevaba en sus piernitas descarnadas una caja de color blanco muy sucia, le pregunté que vendía y me dijo que bolitas de yuca con azúcar, le pedí una, se la pagué y comenzamos a hablar.
El niño me comentó que vendía esas bolitas para ayudar a su madre y sus hermanitos, seis en total, ya que su padre estaba preso en la cárcel por robarse in pollo entero en brasas un día que no tenían nada para comer.
Me comentó que estaba en una escuela píblica pero la maestra le había dicho que no podía ir a la misma en chancletas y me mostró sus pies medio cubiertos por unas completamente rotas.
Siguíó hablando y me contó que el día de mañana pensaba ir al basutero a ver si podía conseguir algunos zapatos que le sirvieran. Al rato se bajó y me fuí detrás de él, lo seguí por tortuosas veredas de tierra donde se veían muchas viviendas de precaria construcción, luego de mucho andar se detuvo en una de cuatro paredes de lata y de avisos usados, el techo era de láminas de zinc completamete rotas y perforadas por infinidad de agujeros, que cuando llovía por allí entraría el agua a torrentes.
El niño penetró en la humilde vivienda y al instante salieron otros pequeños que supuse eran sus hermanitos. Como el que entraba cargabe una bolsa, de la misma extrajo varias piezas de pan que repartió entre sus familiares, los cuales las recibieron con cierto gesto de agradecimiento.
Como me quedé parado en la puerta que la cubría una cortina completamente rota, sucia y desvendijada, se oyó una voz de mujer que me preguntó que deseaba, le contesté que necesitaba hablar con ella y me pidió que esperara un momento.
Al rato salió a la calle una mujer de unis 40 años, alta, de aspecto bastante descuidada y poco agraciada, llevaba puestos unos pantalones negros que le quedaban bastante holgados, no usaba ningín calzado y sus cabellos despeinados demostraban que no conocía el peine.
Me explicó que el padre de los niños tenía mas de seis meses en prisión por causa de un robo y que no tenia ningún oficio fijo, de vez en cuando iba al mercado y recogía alguna comida que habían botado en la basura y mientras tanto ella salia constantemente en estado, traía niños al mundo sin ningún plan.
Habían ido a varios organismos del Estado a pedir ayuda, pero el padre no quería trabajar, ya que le ofrecieron barrer las calles y dijo que eso no era para el, ya que no había nacido para barrer calles.
El caso era que ahora estaba detenido y como no tenía dinero ningún abogado quería hacerse cargo de su caso.
M contó la madre de los niños que había acudido a la Gobernación con los niños y se habían instalado en la acera de la misma a pedir limosna y las pesonas las habían ayuudado, unas veces les regalaban ropas y otras cosas, pero que después de algunos días la policía los desalojó de alli, se fueron a una plaza a lo mismo y las autoridades siempre los corrian.
Cada vez que nacía un niño, les regalaban algunas cosas pero después todo se olvidada y volvían a pasar hambre y necesidad.
Como llevaba algún dinero, se lo entregué todo a la mujer y ella me dió las gracias con una sonsisa y me dí cuenta que era bonita, lo malo era que estaba muy descuidada.
Como aún era de dia, me ofreci acompañarla a comprar algo a algún abasto cercano y ela entró y se medio peinó, se calzó las mismas chancletas que llevaba su hijo y salimos al abasto, alli gasté algo de dinero para hacer un medio mercado para aquellos seres compatriotas míos venezolanos que estaban pasando hambre y necesidad.
Regresé con ella al ranchito para acompañarle con los paquetes y luego me despedí de ella y los niños.
Cuando me retiraba, me llamó una señora de una casa y me dijo:
-Le voy a dar un consejo, no regrese más a ese ranchito, el marido de esa mujer es un delincuente y desde la cárcel puede mandarlo a matar, a él no le gusta que ningún hombre visite esa casa y sobre todo que la ayuden de ninguna forma. Cuando estaba libre se la pasaba robando y poniendo hijo tras hijo a esa pobre mujer y le daba unas golpizas a ella, que algunas veces nos metíamos a defenderla.
Después de esa conversación me retiré pensando lo que me habían dicho y decidí no volver más.
Mucho tiempo después vi al chico vendedor que estaba con zapatos y ropa nueva y me reconoció y le pregunté que era de su vida y qie había pasado con su padre y me contestíó que ahora estaba vcndiendo drogas y se encontraban muy bien y que su padre seguía preso.
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