Despiertas a la madrugada, desvelándote de nuevo para el resto de la noche.
Estas en mitad de la oscuridad y, es ahí en medio dónde te sientes aún más pequeño, entre aquel ruidoso silencio.
Sientes que la oscuridad te presiona, no puedes moverte, te cuesta respirar, tus piernas tiemblan, flaquean…
Y caes. Caes de rodillas al frío y cortante suelo.
Te encuentras en el mismo lugar, a la misma hora y con la misma sensación. Tienes la certeza de que llegaste al final de la caída, que esto es el fondo del pozo, que no puedes mirar hacia la luz, porque ésta ya se extinguió.
Chillas, gritas, pero ni el mayor de los ruidos es comparable con el sonido de tu corazón latiendo descontroladamente en el oscuro y penetrante silencio.
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