​No podrá borrar la lluvia

​No podrá borrar la lluvia

I
Y retiemble sus centros la tierra,
Después. El sonoro rugir del cañón.

Caminamos en silencio,
nuestros ojos gritaban.
Boca encintada,
manos unidas,
ese día no hubo sol,
no ha habido sol en cincuenta años.

Lo hago por ti y por los hijos que no tuve.
Por mi madre que no me vio volver.
Por los gritos de lucha antes que de los de auxilio.
Por los corazones latentes que no podrá borrar la lluvia.

Ese año nos quitaron la medalla de oro,
pero ganamos la eternidad.
Olimpia, ven y borra mi cuerpo,
que mi alma sigue luchando,
que nunca podrán limpiar las calles
ni el suelo condenado a sacrificio,
fuimos ofrenda un mes después,
bañados en cempasúchil, brillando en veladoras.
Nunca podrán limpiar las calles, ni las páginas en la historia.

II
No perdono. Ni perdonaré,
ni mis hijos ni mis nietos lo harán.
No perdonan las calles, las pancartas,
los zapatos abandonados,
no perdona la plaza, las grietas del pavimento.
No perdono. Ni perdonaré. Porque no olvido.
Porque no te he olvidado a ti, hermano,
mi camarada que escuchaba música en su cuarto,
que jugaba a la libertad entre libros y cuadernos,
no olvidan los escalones ni las ventanas rotas.
No olvido. No quiero olvidar. Porque tampoco me he olvidado.

Gritaré tu nombre. Gritaré su nombre sesenta y ocho veces,
buscaré en el cielo luz bengala producto de un deja vú,
producto de un sueño.
Despertaré temprano; lucharé por ti, por los hijos que no tuviste,
Por la madre que no te vio volver.
Gritaré en lucha antes que pedir auxilio;
Lucharé por los corazones latentes que no podrá borrar la lluvia.

Lucharé.
Para que nada. Nada, haya sido en vano.

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