Nos dijeron alguna vez: a ti la cigüeña te trajo. De su pico
colgaba una cesta y la dejó al pie de la ventana. Luego se fue.
Y pasamos imaginándonos a esa ave bienhechora que
Hizo tan lejano viaje para traernos al hogar en que crecimos.
A otros expusieron: Esperábamos tu llegada desde hace tiempos
Le rogamos tanto a Dios que un día nos concedió el deseo.
Y Dios se arraigó en nuestra vida cotidiana a tal punto que
Llegados ya adultos, y viejos aun, vivimos agradeciendo su gesto.
Mas cuando llega la época de reproducirnos para legar la especie
Viene un dejo de insatisfacción porque nada de aquello fue cierto.
Lo único, acaso, es que Dios nos acoge con su bondad infinita
Pues, venimos de un acto en el que no siempre hay amor.
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