Diálogo con Alex: tercera respuesta

Diálogo con Alex: tercera respuesta

Alex Saum

16/08/2019

Hola Chema,

Muchas gracias por retomar la conversación (y mil disculpas por mi parte por haber tardado tantísimo en responder; a veces hablamos de la simultaneidad de la comunicación digital y no tenemos en cuenta ese otro factor que es la acción humana y esa vida que, como se dice en inglés, gets in the way, que nos interrumpe que digamos).

Pero vayamos al grano que justo tiene que ver, precisamente, con los conceptos de «simultaneidad» y «modularidad» o «montaje» porque creo que das en el clavo al identificarlos como esenciales a la poética de lo digital (o al menos, en lo que yo observo como esencial por aquello de que le es esencialmente único al medio o, por lo menos, le es específico). Quizás otras investigadoras o artistas resalten otras características pero, para mí, es cierto que según voy pensando y experimentando con más objetos y prácticas digitales, la teoría se me va reduciendo a una cuestión de experiencia o de, como tú lo llamas, recepción emocional, que devenga del medio en sí y sea inseparable de su contenido construyendo así la poética del objeto. Tienes absoluta razón cuando preguntas (y creo intuir que afirmas) que si lo que se necesitaría entonces para acceder a la obra digital sería un acercamiento poético y no uno narrativo, es decir, un acceso «atmosférico» (me encanta esto que dices) frente a ese otro que llamas «cognoscitivo, concreto, narrativo». Hay algo muy sensorial y emocional en esto que me parece fascinante porque creo que ese marco afectivo (y tan humano) es precisamente lo que nos permitiría definir la poética de lo digital como una atmósfera de lo simultáneo y lo modular donde, en contra de la lógica secuencial y narrativa, la experiencia (del objeto, de la vida, del arte) sea siempre una y muchas a la vez, sea siempre una realidad de variables (en términos matemáticos como decía en el bocadillo de antes) y no de constantes (de ahí que hablemos de tecnología digital y computación cuántica y no analógica, ¿verdad?). La razón ontológica del objeto digital es variable y, por tanto, capaz de cambio simultáneo y esto es incomprensible en términos narrativos e, inenarrable con escritura que no sea digital o (y voy a lanzar una afirmación provocativa y loca): por ende, poética. El medio digital es poético en su naturaleza, Chema, claro que sí. Se puede utilizar para escribir narrativamente y todo lo que tú quieras (este intercambio pseudo-simultáneo nuestro mismamente) pero hacer esto es ir contra natura. Boom.

[Ya me imagino que me van a caer palos por decir esto, pero hay que darle vidilla y polémica a los debates que merecen tenerse para que vaya avanzando la cosa, ¿no crees?]

Ah, un último apunte, para que no se me quede colgando aquello de la memoria y lo digital (y por volver al Benjamin de Rendueles y de Chema). Decía Walter Benjamin (que como sabemos estaba muy en contra de la narrativización de la memoria y su fosilización en discursos históricos por aquello de su manipulación desde el Poder), que quizás habría que pensar la memoria en sí como medio, no como en algo hacia lo que ir o alcanzar sino como el medio propio de recordar. Pensar la memoria como medio en sí y no hacia algo permite también revisitarla y trabajarla, antecediéndose de alguna manera al looping de la performance digital, otra de las características esenciales de la poética digital, que por cierto casi si nos olvida: la repetición. Esta repetición, el loop de lo digital crea una temporalidad propia en la que el pasado está siempre grabándose en el presente, actualizándose como presente en el caso de la memoria digital donde el nuevo almacenamiento se convierte en memoria propiamente, presentándonos un sistema donde el pasado (ya sí) puede accederse en toda su complejidad. Esto quizás sea un alegoría para lo que Benjamin llamó «legibilidad»: en vez de utilizar el pasado para leer el presente, o el presente para leer el pasado, el pasado recupera toda su subjetividad (y su posibilidad de cambio), algo que resulta imposible en las representaciones actuales de memoria que toman la forma de la Historia. Es decir, si narrativizar la memoria es defraudarla e ir en contra de su verdadera naturaleza de medio y no de objeto, quizás el mejor medio de que dispongamos para lidiar con la memoria sea el digital ¿qué te parece?

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