Una noche de viernes,

el amor decidió hacer una travesura,

juntó a dos amigos,

porque veía que podían ser amantes.

Entre luces, humo y alcohol,

a los dos los confundió,

ella con el rostro mojado,

él con la culpa por no advertirle.

El consuelo fue su cómplice,

se disfrazó de amor,

abrazó a los dos amigos.

Y ellos se perdieron en el juego.

La moral siempre intrusa y atrevida,

miró a los amantes, los observó,

ellos sintieron su mirada,

el amor se asustó,

al fin libres, los dejó.

El amor es terco,

el amor insiste,

la curiosidad decidió ayudar al amor,

citó a los amantes y a la moral la distrajo.

Sin la moral rondando,

ellos al fin pudieron encontrarse.

Pasaron los días,

pasaron los meses,

los amantes siempre se encontraban.

La moral ni lo sospechaba.

El amor se llenó de tristeza

porque la curiosidad lo logró

pero el amor no.

El amor es terco,

el amor insiste,

a veces hablaba con él,

no fue la curiosidad, soy yo

la idea la tuve yo, el amor.

El amor es terco,

el amor insiste,

a veces hablaba con ella,

la curiosidad me engañó,

le confesó.

Ella lo entendió más rápido que él

ella no le tenía miedo al amor.

Pero él, se guiaba mucho por la moral.

Pero cuando el amor te seduce,

la moral se distrae,

la moral no es muy firme

y lo que no saben es que la moral

también se hace llamar destino.

Ella conocía al amor,

ella sabía de felicidad,

así que le dijo al amor

la travesura llegó a su final.

Ella se fue con la razón y dejó al amor.

Él se enojó con la moral,

se dio cuenta que la curiosidad lo engañó,

y desesperado fue a buscar al amor.

El amor es terco,

el amor insiste.

Ella se alejó de la razón.

Él se alejó de la moral.

Los dos amigos ahora eran amantes,

el amor estaba feliz,

al fin lo llamaban por su nombre.

Pero llegó el destino

y dijo: yo no quise que sea así,

el amor se enojó,

porque el amor trabajaba sin el destino

todos sus logros eran de su esfuerzo.

Pero el destino a él lo convenció.

Ella conocía al amor

y le dijo,

tu travesura igual me enseñó.

El amor es terco,

el amor insiste.

Solo si escuchas nada más que al amor,

nadie te podrá confundir.

Ella y el amor aguardaron

por quien no tenga muchos oídos.

Ella y el amor son buenos amigos.

Ella conoce mejor aún al amor.

El amor es terco,

el amor insiste.

Lo abandonó a él,

y con ella se quedó.

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