Le atisbo con el rabillo de mi ojo,
le sigo con sigilo hurgando en los escombros.
De inmediato pareidolias, sincronicidades…
sugerentes hendiduras amorfas.
¿Cómo unir la piedra y la carne?
Vegetaciones exhuberantes me abren sus espacios
palabras, lugares, espejos…
lecturas involuntarias sin pies ni cabeza.
Acecho algunas palabras que florecen,
zarcillos crecientes se abren camino
trepan por mis nervios
y se aparean con mis sentidos.
Vainas estallan en todo lo que es posible.
Pero las esporas nunca permanecen quietas
viajan aéreas por los libros y diccionarios,
fertilizan terrenos baldíos,
la maleza crece,
los bosques florecen,
los desiertos siempre serán desiertos
y el agua condensada escurre por mis grietas
que se iluminan como mapas
y la piedra se hace carne
y el movimiento es el aire.
OPINIONES Y COMENTARIOS