a la hora del vino

a la hora del vino

joaquin altabi

02/08/2019

Yendo de regreso a su casa por la 79, a Mauricio se le ocurre que estaría bien pasar por el kiosco del Calvo. porque, se pregunta, ¿por qué habría de comprar en otro kiosco, siendo que este me queda de pasada? Para saludarlo, aunque no hablemos mucho, y no vaya nunca a su casa a tocar. Probablemente se sienta bien por este gesto, se dice. Y no vea tan mal que no le haya escrito hasta ahora después de lo ocurrido, infiriendo, de lo contrario, que le menoscaba musical, y por qué no, intelectualmente. Quizá sea porque no hay razón de que, sin ser su amigo, le pase a saludar, o porque le resulta un quiosco caro, y no sabría qué decir en caso de que no estuviera, debiendo inevitablemente comprar algo. Ya que preguntar de nuevo por él a esa hora de la noche, podría generar intriga ¿A su jefe, o compañero?

Dado que es de buen juicio hacerlo, y que ya los pedales le trajeron a la puerta, y que no quiere ser una persona vacilante, encarga resuelto y con previsión unas papas fritas, ya que maní cervecero no hay. Por lo demás, olvidó que en la red le había visto de vacaciones con sus padres.

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