Los poetas somos seres solitarios.
Sedientos de historias nos vamos a viajar al mundo.
En el mundo y fuera del mundo.
Creamos y conspiramos en el mundo.
Y fuera del mundo.
Siempre taciturnos.
Siempre solipsismos en nuestro arte.
Los poetas somos seres incomprendidos.
Irreales.
Irremediables.
Nos fundimos como queso en nuestra infancia.
Nos casamos con ella.
Los poetas somos seres enigmáticos.
Casuales.
Siempre inapropiados para un mundo sin inspiración.
Tan lleno de infructuosas conversaciones,
Tan llenos de tanto aire.
Los poetas somos sublevados, subversivos.
Siempre encontrar del tiempo hacemos las maletas
cuando la cotidianidad entra por nuestro balcón.
Los poetas somos una fuga constante,
Irremediable.
Incomprensible.
Pero eso si, siempre la justificamos con el amor.
Con el dolor que nos sangra y nos palpita,
que nos baña y nos adereza como a los helados
les adereza el chocolate.
Los poetas siempre somos una arma letal.
Una bala directo al corazón.
Y una pluma siempre dispuesta a matar,
Si, a matar, las ganas de quedarte con lo convencional.
Por eso los poetas siempre somos unos kamikazes,
Unos suicidas en potencia,
Unos amantes de pluma,
De letras, de banderas roji negras.
Siempre a la orden,
Siempre derrocando tiranos,
Siempre abriendo compuertas.
Siempre amando sin razón.
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