… En ese momento, llego la brisa arrastrando con ella a miles de hojas secas dispuestas a volar y caer pacíficas.
Las lágrimas se manifestaron brillantes frente a la luz del poco sol que quedaba. Una sonrisa de “adiós” curvo sus caminos. Y entonces, instantáneamente el viento comenzó a escurrirse ya no solo por entre sus dedos y cabellos, sino también por entre sus brazos y piernas. Fue rodeada por una sabana de ligera suavidad, con su vestido agitándose maravilloso.
Escucho leves susurros que no sabían cómo parar, mientras que giraba libremente como una hermosa bailarina.
Al final, lo último que sintió durante su sueño fue la humedad que impregno su cabello, más diversas punzadas arduamente penetrantes y un charco de agua pura debajo de todo su cuerpo, agua pura y algo espesa…
FIN.
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