Supongo que aquel 10 de Julio de 1990, fue uno de los mejores días de tu vida, no el único, por supuesto; porque para entonces ya existía mi hermano.

Hablar de ti duele, porque la herida está abierta y tu ausencia se siente, si no logro mantenerme ocupada.

Apenas han pasado 4 días y me parece que es una pesadilla, constantemente me quedo con la mirada perdida, con el corazón en pedazos.

Cuando te diagnosticaron yo era apenas una puberta inconsciente, una muchacha que solo vivía en sus sueños, en esos que tu me dijiste que debía tener.

Hoy en día entiendo cuán importantes tus palabras, es que creo que los padres lo presiente, lo saben todo el tiempo, como persona creo que sabemos muchas cosas a veces, sin entender el fin o por que las decimos.

Yo me recuerdo de muchas cosas, pero recuerdo ahora mismo, la vez que murió la bisabuela y tu me dijiste:

– «No tienes que llorar, por que el camino se le hace oscuro – no puede ver la luz»

y ahora que pienso, contener las lágrimas – es más difícil papá.

Aunque todo el mundo me diga que es un proceso, perderte ha sido un holocausto, primero – el baldazo del alzheimer papá, luego el derrame y finalmente que te fuiste. Sabiendo que ni siquiera te llevó ese monstruo.

Llorarte no te traerá de regreso y traerte ¿Para qué? si solo te volveré a ver agonizar, ¿por qué tienen que envejecer los padres? ¿Por qué ellos se enferman?

Siempre quise tener el valor de contarle al mundo – lo que vivimos, lo que luchaste, las batallas que ganaste.

Y ahora, justo ahora que ya no estás, puedo decirle a todos que fuiste mi héroe, que fuiste un guerrero indomable, que solo te fuiste por tu voluntad, que ninguna de estas enfermedades te arrebató la vida.

Que ironía que tus pulmones se hallan cansado, pero que felicidad mi amor, que te hayas dormido como siempre, con esa serenidad, sabiendo que todos estaríamos bien, como querías.

Pero no voy a mentirte, en este momento siento que me han cortado parte del corazón y el alma, me pesa caminar, concentrarme, hacer actividades, me cuesta todo, pero lo que más me pesa, es llegar a tu espacio y saber que ya no estás.

Ver tus cosas, ver tu cama, oler tu ropa, pero sobre todo cerrar los ojos y ver tu risa, tu cara, y lo más duro tu fragilidad.

Yo te vi y te acompañé hasta tu última morada, pero tú me heredaste esa fuerza, esa que no logro explicar, y hoy mismo detesto ser quién soy, porque parezco una tonta.

Tuve que renunciar a ti, por que tu cuerpo ya no respondía y tu memoria hace años que se había desconectado, pero sin importar lo que me digan, yo se que los pocos momentos de lucidez de estos últimos años, eras tú.

Tus últimos años pasaste de ser mi padre a mi hijo y creo que por eso, mi vida, yo siento que me han arrebatado todo.

Quisiera empezar diciendo que mi padre era mi mejor amigo, el gran amor de mi vida, no he logrado conocer a alguien tan auténtico como él.

Desde que yo recuerdo siempre estuvimos juntos, a cada momento – siendo cómplices – siendo uno mismo.

Como toda familia, hubo discusiones, no crean que todo en nuestra vida fue color de rosa, pero él me enseñó a ser muy valiente y guerrera, muy sobre protegida también.

Cuando te conviertes en la niña de los ojos de tu padre, te parece que vives en una burbuja, donde la gente mala no te lastima, donde los miedos no te carcomen, donde los sueños y todo es posible.

La necesidad la vine a conocer siendo adulta, cuando estaba por terminar el colegio mi papá enfermó, es que tenía que ser un roble por todos y las depresiones también afectan tu salud.

Papá tuvo que ver partir a mucha gente y lidiar con la enfermedad de mi hermano, que gracias a Dios venció, sin embargo la ansiedad y los otros trastornos que existen, hizo efecto en mi padre y yo no tenía idea de como sería después.

Al comienzo mi mamá me explicó que ese alzheimer solo hacia que olvidaras ciertas cosas y en ocasiones resultaba chistoso, porque mi papá tenía muchas ocurrencias, entonces nosotros ignorantemente asumimos que eran otras de sus payasadas.

Sin embargo a medida que pasaba el tiempo la cosa empezó a ir peor, las situaciones se volvieron frustraciones y discusiones constantemente.

La convivencia era un fastidio, mis padres peleaban y todos gritábamos, era una molestia estar a solas los 4, por que mi hermano se volvió distante luego de la batalla que libró, honestamente creo que mis padres – se sentían culpables por lo que pasó.

Pero no era la culpa de nadie, las enfermedades simplemente llegan.

y no entendía a mi hermano; aún no lo entiendo: Me pregunto ¿Por qué su actitud?

El entorno era vacío y distante, sobre todo porque teníamos muchas deudas y problemas que si bien persisten, no son como aquella época.

Entonces volvió el diagnóstico, ese mismo que me aturdía, el alzheimer estaba avanzando, comenzaba a hacer estragos y todo se tornó muy triste.

Lo primero es que estos pacientes empiezan a olvidar las cosas, el lugar donde se las ubica, se duermen al leer – así que ya no tenía quién me hiciera los resúmenes para la tarea, y luego olvidan números y direcciones, a pesar de que hablan y recuerdan aún su nombre y datos importantes.

Tiempo después te llaman por otro nombre y se ríen de tu reacción, se sienten desorientados – así que a menudo te dirán que están en otra ciudad, no cometas el mismo error que nosotros – no se lo contradigas, hazle sentir que está en lo cierto.

Si les mandas a hacer la compra, asegúrate de tener dinero extra, por que no traerán lo que les pidas, con suerte si envías un papelito, él lo entregará, sino da por perdido tu dinero.

A medida que pasan los meses los efectos se sienten más y más, una vez que mi papá salió se había extraviado, gracias a Dios, habían amigos cerca que le auxiliaron.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS