El humo deviene del fuego, este estruendo inunda y desaparece cuerpos. Sangras cenizas. Una sombra que arrasa todo de él, me lleva a mí y a mis sentidos, desvaneciéndome como si todo fuera nada. Todos llegamos a perderte; cuando te perdí te volviste mía, al lárgate me regalaste tu aroma para siempre. Como humo. Como ceniza. Como cúpula en llamas. Cada hálito me sabe a nostalgia, pero te tengo. Te tengo vida mía porque te fuiste. Te tengo ahora para siempre, como cada insulso y maldito ventanal de humo que exhalo, me prende, me consume; me deja, pero se queda eternamente.

Fumar es como amar. Inhalar es como penetrar. Exhalar es como eyacular. Manchar mis manos de tu esencia roja, de tus llamas interminables, de vida irreal, de todo y de nada, Desnudarte y besarte, tan humo, tan ceniza, tan catástrofe, tan inexorable; tan tú. Fumar es para aquellos que han entendido que la vida se acaba, que todo cumple con su cometido y se muere al final del día, porque quien fuma en el fondo quiere ahogar un silencio que desde lo íntimo desgarra su ser. Fumar es muerte, es sufrimiento, es extrañarte, es esperarte, es ilusionarme; es muerte. Es tarde para ti, porque lo fumado ni el diablo te lo quita.

Todo se torna oscuro, exhalo la muerte casi muerta y te diviso, y me muero por creer que es posible, entonces te desvisto y me desquicio y ardo vivo, muerto pero vivido. Y solo entonces, nada vuelve a ser lo mismo. Sin tenerte para soñar ni muerte que respirar ni ropa que desnudar, a la distancia, me ves yéndome. El fuego solo existe mientras esta y solo esta mientras existe, y ahora que soy fuego, me apago desde la última llama, incendio y ardo en tus entrañas y me voy porque nunca estuve y me fui porque donde no hay fuego nadie se queda. Y entonces, vuelvo a ser yo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS