Oscuridad. Mi cuerpo flotaba en la inmensa oscuridad, mi mente estaba bloqueada, no recordaba. ¿Quien era? Solo sentía como las lágrimas caían por mis mejillas y como mi cuerpo se encogía de dolor, pero, desconocía el motivo. Sentí como mi cuerpo chocaba contra el suelo, no había luz. Sentí como una mano se posaba en mi mejilla, observe al hombre que me miraba con atención, de su rostro comenzó a caer sangré, extendiéndose por todo su cuerpo, me aparte asustada y recordé quien era esa persona, que había pasado… todo… Me acerque lentamente, pero cuando pose mi mano sobre su rostro este cerro los ojos y se fue desvaneciendo en miles de luces que ascendían perdiéndose en la oscuridad. Agache la mirada y observe mi mano con el puño cerrado, cuando lo abrí un destello rojo hizo que cerrase los ojos con fuerza, como si me quemase.
Mi cuerpo reacciono y supe que estaba soñando, me costaba abrir los ojos, estos me pesaban tanto que hasta dolía. Intente abrirlos lentamente y vi pequeños rayos de sol que me deslumbraba. Me quede recostada aun con los ojos cerrados, esperando a que estos dejasen de pesar, mi oído comenzó a captar diferentes tipos de sonidos; pájaros, viento, agua, caballos que corrían libremente, los arboles moviéndose con la brisa… martillos, personas hablando… Finalmente pude abrir los ojos, aquellos sonidos captaron mi atención, me incorpore, ¿Como podía escuchar todos? Vi como aquel rayo de luz se colaba por una pequeña grieta, me acerque y pose mi mano en la pared y note que era piedra, mire y vi que justo atrás había una pradera, inspeccione aquel sitio para ver por donde podía salir, encontré un hueco lo suficientemente grande como para colarme por el y salir al exterior. Cuando pase a través, un mundo apareció frente a mi, una hermosa pradera, el verde teñía cada rincón de aquel maravilloso lugar, miré el cielo, las nubes se movían lentamente y el cielo era de un azul que no había visto nunca, el aire era diferente, se colaba por mis pulmones con suavidad. No muy lejos de allí vi como salia de entre los arboles humo, comencé a caminar hacia allí, debían de ser personas haciendo una acampada o una barbacoa. A medida que me acercaba se podía escuchar cada vez mas ruido, gente hablando, justo lo que había escuchado dentro de la cueva. Me quede escondida detrás de los arboles y observe detenidamente todo aquello. Todo parecía de otra época, la gente vestía de forma extraña, los hombres cortaban la leña y algunas mujeres paseaban portando cestas de frutas. Comencé a marearme, no sabia donde estaba, aquello era como estar en el pasado. Decidí darme la vuelta e irme de allí antes de que alguien me viera. Cuando me giré vi un hombre que me miraba sujetando en su hombro un enorme leño, este me miraba sorprendido, no le culpaba yo estaba exactamente igual. Soltó lentamente el leño y siguió mirándome mientras sacaba una daga de su vaina, entonces yo di un gran salto hacia atrás muy asustada, incluso tropecé con una rama. Me arrastre por el suelo pegándome a uno de los arboles que tenia en mi espalda, el hombre suspiro y guardo aquel cuchillo. Se acerco lentamente a mi, esta vez con otra expresión mas amistosa.
– ¿Estas bien pequeña? – Me dijo tendiéndome la mano – Perdóname si te he asustado, en estos tiempos estamos todos asustados – Yo levante la cabeza y este la buscaba con una expresión tierna – ¿Como te llamas?
– Rin… – Dije un poco desconfiada.
– Que hermoso nombre, yo me llamo Bonjio, ¿De donde vienes pequeña?
– No estoy muy segura – Lo cierto es que no estaba segura del todo, no sabia si aquello era un sueño. Bonjio hizo una mueca sin entender, pero enseguida comenzó a sonreír.
– No se que batalla has librado pequeña… – Dijo mirándome los ropajes llenos de sangre – Pero no pareces alguien enviado por el mal. Vivo en la aldea con mi mujer, seria un honor si vinieras. Te prestaremos cobijo hasta que recuerdes un poco… – Su manera de hablar, todo era diferente a mi época. Yo asentí y me levante con su ayuda, no podía declinar aquella oferta, no parecía mala persona y tal vez pudiera ayudarme a orientarme mejor.
Entramos en el pueblo y vi como todo el mundo me observaba asustado, y como comentaban acerca de mi ropa rasgadas y llenas de sangre, me sentí muy avergonzada, algunas madres incluso cogían entre sus brazos a sus hijos como si yo fuera una amenaza, no las culpaba hasta yo me asustaría de ver alguien con mis pintas. Llegamos hasta una casa de madera, el techo estaba echo de paja, Bonjio entro sin llaves, la puerta estaba abierta y ya esta, cuando entre miré a mi alrededor, una pequeña sala solamente con cuatro sillas y una mesa de madre adornaban aquel lugar, una chimenea encendida calentaba una enorme olla, olía que alimentaba, una cortina daba paso a una cama de matrimonio echa de paja, una enorme manta la cubría, se veía que estaba echo todo a mano, una alacena guardaba comida, y algunos vasos y platos, pero nada de tecnología. Escuche como la puerta de la calle se abría, cuando me giré vi a una mujer realmente hermosa, con el pelo largo negro y los ojos castaños y un vestido color albero que le llegaba hasta los tobillos, esta se quedo mirándome seria, observándome de arriba a abajo.
– Ayumi quiero que conozcas a Rin – Dijo Bonjio acercándose a ella y tendiéndole la mano para acercarla hasta a mi. La mujer parecía asustada pero cuando Bonjio me presento pareció relajarse un poco – Estaba perdida en el bosque y tiene lagunas, le he ofrecido cobijo.
– Lamento mi mala educación Rin, pero me ha sorprendido ver a una niña completamente llena de sangre y con unos ropajes tan… – Dijo llevándose la mano a la boca.
– La comprendo… yo también me he sorprendido al verlos a ustedes. No soy mala persona lo juro… – De pronto la imagen de mi padre se poso en mi mente y comencé a quedarme sin aliento, el pecho me apretaba de tal manera que comencé a llorar angustiada. Ambos corrieron hacia a mi preocupados y me sujetaron, cuando me vieron ya me había desmayado, ambos se miraron preocupados, Bonjio me cogió en brazos y me llevo hasta la cama, Ayumi me seco las lagrimas que aun estando desmayada caían sin parar.
– No creo que sea una enviada de Haral Ayumi… – Dijo Bonjio mirándome preocupado – Francamente, creo que es una afectada. Lo mas extraño es que tu no la hayas visto venir Ayumi…
– Esta niña ha pasado por algo terrible, algo que ninguno querríamos pasar, no es de este mundo… – Dijo ayumi mientras acariciaba mi cabeza – De acuerdo Bonjio, se va a quedar con nosotros, podremos guiarla hacia su nuevo destino.
Cuando me desperté y mire a mi alrededor supe que no había sido un sueño. Solté un suspiro hundiéndome en la almohada que pinchaba debido a la paja, un rico olor a leche se metía por mi nariz, mi barriga rugía, pero no quería comer. Escuche como corrían las cortinas que tapaban aquel pequeño cuarto. Miré la persona que se encontraba frente a mi y vi a Ayumi soltando unos ropajes sobre la cama. Cuando me miró y vio que estaba despierta se sentó en la cama y me acaricio la cabeza con ternura.
– ¿Estas mejor? – Yo asentí, aun que mintiera, no quería causarles mas problemas – Te he dejado uno de mis vestidos y he preparado un baño, debes darte prisa por que el agua se pone fría en un instante y tu no estas acostumbrada en tu mundo a estas cosas ¿verdad? – Levante la cabeza sorprendida ante aquellas palabras.
– ¿Como…? – Dije incorporándome
– En tu mundo no habrá muchas como yo. Soy vidente… Lo que me ha sorprendido es que no te viera llegar… – Dijo agachando la cabeza decepcionada – Pero cuando te toque entonces comencé a ver… No he visto tu futuro Rin… he visto tu pasado… – Dijo posando su mano sobre mi hombro – Siento mucho lo ocurrido, por algún motivo te han mandado aquí.
– No se que he de hacer… mi madre esta sola y mi… – Las palabras se me trabaron.
– El no quiere que llores Rin, quiere que vivas, descubras y te aceptes tal y como eres – Ayumi se levanto de la cama – Vamos, es hora que quitarse toda esa suciedad.
Me bañe en aquel enorme barreño de madera, estaba tan perfectamente echo que el agua no se colaba por ninguna rendija, olía a flores silvestres. Cuando acabe el baño y salí, Ayumi me seco con una toalla echa a mano, me puso su vestido, este era marrón, también me cubría hasta las rodillas, me hizo una trenza. Ayumi me dijo que tenia un pelo hermoso, nunca había visto una cabellera tan perfecta. Cuando estuve lista me puso el desayuno sobre la mesa, una pieza de fruta y leche recién ordeñada, calentita. La verdad es que venia genial por que en aquel sitio aun que hiciera sol hacia un poco de frió. Bonjio entró por la puerta con alegría y lo primero que hizo fue darle un beso a Ayumi, me recordaban a mis padres, sentí un poco de tristeza pero, le había prometido a Ayumi que iba a estar bien. Bonjio se sentó en la mesa y me miró con una enorme sonrisa,.
– ¿Quien diría que eres la misma chica? Estas realmente hermosa Rin – Me dijo con una gran sonrisa y luego comenzó a tomar su leche.
– No se como agradeceros todo lo que estáis haciendo por mi… No me conocéis y aun así… me tratáis como si fuera… – Apreté los labios y agache la cabeza.
– Creo que Rin se ha ganado una visita por la aldea – Dijo Bonjio levantándose de la silla y cogiendo su capa de la puerta. Yo levante la mirada asombrada ante su reacción.
– Seria una maravillosa idea, así conocerá a toda la gente de la aldea – Dijo Ayumi mirándome con una amplia sonrisa.
Me levante de la silla y fui hacia donde estaba Bonjio esperándome, Ayumi me beso en la frente y me dijo que disfrutase. Cuando salimos de la casa, todo el mundo estaba ya manos a la obra, cada uno hacia una tarea aunque me sorprendió que las mujeres limpiaran la ropa y los hombres hicieran los trabajos duros, sacudí la cabeza y lo pensé bien, ahora estaba en otra época aquello no debía asombrarme, yo estaba en su terreno y no debía dejar que sospecharan de mí.
Cuantas más horas pasaban más bonito me parecía aquello, no era grande para nada pero era completamente fascinante, nunca creí que vería nada parecido. Las casas de madera y sus tejados de paja, hombres cortando leñas, huertos llenos de verduras, puestos en medio de la aldea. Algo capto mi atención, vi a dos niños jugando con unas espadas de madera, Bonjio vio que me había parado y volvió donde yo estaba y miro también.
- – ¿Te interesa la esgrima? – Me dijo captando mi atención.
- – No – Le dije seria volviendo a mirar a los niños.
- – Bueno, veamos si es cierto – Dijo acercándose a los niños y pidiéndoles las espadas prestadas y ofreciéndome una.
- Yo me quede quieta pero luego me acerque y cogí una, la mire, no pesaba nada comparada con la mía, levante la cabeza y vi le vi corriendo hacia mí, yo esquive la espada de madera una y otra vez, como si la espada fuera a cámara lenta, podía ver todos los ataques de Bonjio, esquive uno más y con un golpe limpio le quite su espada. Este me miro sorprendido, pero no tardo en comenzar a reírse, yo seguía completamente seria, mire a mí alrededor y vi que todo el mundo nos miraba, deje caer la espada al suelo y me aleje de Bonjio, este vio como me iba y se levantó rápidamente encontrándose conmigo.
- – Lo siento, no quería – Me dijo serio poniéndose a mi lado.
- -No merezco tanta amabilidad Bonjio – Le dije parándome en seco y mirando el suelo.
– Rin, eres humana, no eres un monstruo pero aquí la única que parece no verlo eres tu – Me dijo posando su mano en mi hombro y mirándome a los ojos.
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