LA GRAN CARRERA
Hace algunas décadas, se realizó la carrera más costosa del año en el pueblo llamado ¡YA VEREMOS! Ya que ahí, las personas que participaban eran aficionadas a diferentes tipos de carreras como: bicicletas, carros, burros, caballos, mulas etc. Y todas las carreras se realizaban de 50 km
. La invitación como siempre se extendía a todos los pueblos vecinos que aceptaban y traían a sus mejores participantes, más aún; porque las competencias serían para niños, jóvenes y adultos. Las carreras siempre eran hasta terminar, sin excepción alguna.
Porque en caso de empates, la decisión final se hacía, eligiendo a un ciudadano cualquiera, de cada pueblo, que con su arte u oficio tenía que demostrar y convencer a los jueces en el momento.
Situación que no era fácil para nadie, porque varios de los jueces que estarían en el jurado provenían de distintos lugares; todos estos jueces tenían muchísima experiencia en diversas cosas. Ellos eran sabios y además habían recorrido casi todo el mundo en su larga vida. Convencerlos con su actuación sería todo un reto
En ese lugar, vivía un niño llamado Uriel que tenía un problema de nacimiento, él no se podía poner en pie, con sus piernitas, mucho menos caminar; pese a intentos de sus padres, compañeros y muchas personas más, que hicieron esfuerzos por rehabilitarlo.
Este niño contaba con 5 años de edad y le comento a su padre que quería participar en la carrera, que consistía en dar la vuelta al pueblo ida y vuelta, que hacían un total de 50 km.
El padre de Uriel era un gran inventor, todos lo conocían como el señor Zas, que era su apellido, él inventaba cuanta locura se le ocurría, así que no pensó más y dijo:
— ¡Claro que si hijo mío!
—¿Tú estarás en esa carrera y ganaras?
Porque competir es bueno, pero ganar es mucho mejor…
— ¡Así que pronto pensare que hacer! Para que puedas participar en dicha competencia.
— diciendo y haciendo dijo:
—¡Ya se!
— ¡Inventare una bicicleta, que en vez de dar vueltas con los pedales se haga con las manos!
Al mismo instante le dijo a su hijo que realizará ejercicios con la mano y uno que otros movimientos para que llegado el día de la carrera, no tuviera la más mínima complicación, también le dio un catálogo de otros tipos de ejercicios
El niño Uriel zas, se levantaba a las 5 de la mañana, de la cama, siempre con mucha decisión y voluntad se arrastraba hasta donde estaba la silla de ruedas luego se trepaba a ella. Salía para respirar el aire puro del campo, llevaba consigo las pesas y algo de agua, porque el ejercicio era un poco agotador. Su padre siempre le apoyaba en la estrategia del ejercicio y en lo que necesitara, para facilitarle algunas cosas.
Se ejercitó los 365 días del año, de manera constante, hasta que llegó el día de la tan ansiada carrera. Mientras tanto el padre ya había hecho la bicicleta y quedo perfecta para la competencia
El pequeño Uriel, era huérfano de madre, pero siempre miraba al cielo, buscando la luna y las estrellas para inspirarse. Las estrellitas cariñosas le agradecían el detalle, acariciando su rostro con suaves luces, de colores especiales.
¡Si esos rayos de luces espectaculares parecidas a la aurora boreal!
Agradecido como siempre, el pequeño Uriel, dio las buenas noches al cielo y a su padre, con el único ferviente anhelo de ganar la competencia que le esperaba.
El día de la famosa carrera llego, la locura era total, aún más, cuando los jueces pasaron lista a todos los participantes, por la bocina del pueblo ¡YA VEREMOS!
Todos escucharon con asombro el nombre de Uriel Zas Alegría, inscrito en la categoría de niños de 5 a 10 años.
Nadie en absoluto, podía creer que un niño en su condición, pudiera participar, sin que se lastimará o le pasará algo, así mismo sus posibilidades para ganar eran mínimas o nulas, según la gente que opinaba…
todos sabían que Uriel no podía caminar, por lo tanto, esa noticia había causado un gran impacto total en el pueblo, en realidad el asombro era general por su participación en dicha carrera.
La carrera comenzó, al primer disparo de pistola al aire, ejecutado por el primer juez, Servando Juárez. Mientras tanto, todos los participantes, no salían de la línea de meta; pues esperaban que arrancará Uriel Zas Alegría. Todos los competidores le miraban perplejo, totalmente anonadados, de cómo iba a moverse en esa bicicleta tan extraña para ellos.
Uriel arranco y les iba diciendo como se manejaba su bicicleta, que era fácil de manejar e hizo hincapié; en que todos se enfocarán en la carrera o él les ganaría fácilmente, pues les decía, entrene cada segundo de mis horarios convenidos, por lo tanto, si ustedes no le ponen empeño ganaré fácilmente la competencia.
En ese momento, todos cayeron en cuenta que estaban en una carrera, y empezaron a pedalearle durísimo a sus bicicletas.
Uriel con sus Gafas y casco de buen ciclista se sentía feliz disfrutando una competencia real, cada vez que avanzaba con su bicicleta de manos sonreía feliz, siempre sonriente daba fuertes vueltas a su bicicleta con sus pequeñas manitas; a un gran ritmo, al mismo tiempo el pequeño sentía que
¡Flotaba! Como si estuviera en las nubes.
¡Iba muy alegre!,
¡Manejando a toda velocidad!…
Luego empezó a rebasar algunos participantes, iba todo el pelotón a medio pueblo y él se sentía radiante, manejaba extremadamente bien, al mismo que observaba un panorama muy distinto, al que había visto arriba de una silla de ruedas.Uriel Zas, iba compitiendo feliz y concentrado, disfrutando cada momento de la carrera.
En serio que la bicicleta del pequeño Zas, estaba totalmente equipada, traía su porta aguas, integrado con un popote directo a la boca y poder beber el agua sin perder tiempo, traía formas de detenerse si hubiera un percance y muchas cosas más, que el inventor de su papá había hecho para él. Todo dentro del reglamento establecido para que no hubiera conflictos
Llegando la primera vuelta, las personas veían a lo lejos el contingente de ciclistas, encabezado por Uriel Zas Alegría, todos venían echándole todas sus energías; aunque algunos cayeron en la primera vuelta, víctimas del cansancio, aun eran aproximadamente 300 niños y aún quedaban alrededor de 100 niños que con todas sus fuerzas lideraban las mejores posiciones, y cada chiquillo pedaleaba con la esperanza de obtener el tan ansiado primer lugar y ganar la tan famosa carrera.
Uriel no se presionó tanto, seguía a un mismo ritmo, y se dijo el mismo, en voz bajita ¡qué empujaría con fuerzas!, llegando a los 300 metros que le quedará, para estar primero en la meta, y así lo hizo, mantuvo su ritmo con disciplina, fuerza, entereza y muchísima voluntad.
Dentro del extenso grupo de competidores, se fueron rezagando muchísimos participantes; pudo darse cuenta por medio del espejo retrovisor, que traía su bicicleta y que toda bicicleta traía, por regla general.
El cada vez que manejaba sentía que volaba, iba súper feliz disfrutando la adrenalina que implica una competencia, y no quería parar un solo segundo, solo quería seguir manejando, hasta saciarse, y llegado los 300 metros hacía la meta, la gente gritaba enloquecida de tanta emoción, de cómo todos se venían codeando, hombro con hombro, respirándose en la nuca; por decirlo de alguna manera. Porque la competencia, por llegar a la meta estaba muy cerrada.
Pero para esos momentos, Uriel le imprimió más velocidad y se despegó del grupo hasta que él, solo cruzo la meta; ante la emoción del padre e hijo y la locura de todos los asistentes, quienes reconocieron plenamente el empeño y desempeño honorable del pequeño Uriel Zas Alegría.
Los jueces dieron los premios del tercer lugar que consistía en dinero en efectivo de $50,000 mil pesos, segundo lugar $70,000 mil pesos y del primer lugar que consistía en $100,000 mil pesos, un tour a lo largo y ancho del territorio nacional, así como una beca para estudiar en donde quisiera el ganador.
Haber logrado lo que era imposible, era un total desafío para todos los pueblos presentes; aún más para el pueblo de Uriel, así que el pueblo decidió cambiar de nombre, ahora se llamaría
¡TODOS PODEMOS! y no habría un pequeño pretexto, para fracasar, de ejemplo estaba el niño de 5 años que, junto con su padre, mostraron, disciplina, disponibilidad, actitud, carácter y perseverancia. Ahora cada ciudadano se responsabilizaría por sus acciones siempre con la mentalidad positiva de que todo se puede, cada quién enfrentaría los retos de la vida para lograr sus objetivos sin dañar a nadie, y siempre llegar a la anhelada meta.
Gracias a la lección indirecta del pequeño competidor llamado Uriel, el pueblo cambió hasta de nombre, ahora se llamaría ¡TODOS PODEMOS!
Y entonces todos fueron muy felices, empezaron a prosperar en todos los sentidos; porque la felicidad se respiraba en el aire todo el tiempo.
FIN
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