I
Hace tanto tiempo me encontraste y fui tan lánguida en responder al ruido blanco que me ensordeció.
Una maraña de cabellos recae,
forma adecuadamente la cortina que protege
aquellos ojos cielo.
Penetra en mi cada risita que sale de esa medialuna entre hoyuelos.
Un roce delicado y seguro me confirma lo conocido.
II
Y me vuelves la mirada
se detiene la arritmia, la sangre se hiela.
Bajo la cortina, marañosa de rizos que me pertenecen
de la medialuna salen como notas desprendidas: somos uno los dos.
Tal afirmación me sonroja y vuelve el color a las mejillas manzana.
Cuando somos uno, no hay dos
este cuerpo, que fusionado, queda inmerso en un alma.
III
Entropía o vorágine, el tacto se confunde ante tal desorganizado caudal de roces.
Se eleva la tensión entre los cuerpos que hemos dejado.
Ojos cielo, me miran, indican:
La vorágine empieza de nuevo.
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