CAPITULO I
-Seguro que no hay alacranes aquí?
Esa simple pregunta hizo que la fuerte erección de Luis disminuyera dramáticamente ya que hasta ese momento no había contemplado la posibilidad latente de que en aquel cuarto oscuro pudiera aparecer alguna especie de artrópodos venenosos, pero ahora que la razón ocupaba el lugar de la excitación, Luis solo pudo ofrecer una respuesta rápida y tranquilizadora:
-Pues en los días que llevo durmiendo aquí no he visto ni el primero.
Mientras Ana María intentaba con cierta desconfianza buscar un lugar apropiado para ubicar su equipaje, Luis con su mirada perdida en un punto fijo de aquella habitación pensaba que en realidad el ambiente era perfecto para que pudiera aparecer un alacrán, el clima tropical de aquel pueblo, la oscuridad del cuarto y la absoluta certeza de que hacía varios meses y tal vez años, nadie se había tomado el trabajo de barrer aquella habitación, eran suficientes motivos para preocuparse.
Aunque Luis no sabía nada de alacranes y jamás había visto uno real, no era necesario ser experto en biología para enfrentarse a la idea de que en esa cama donde pretendía dentro de pocos minutos tener sexo por primera vez con Ana María, de momento podría ser sorprendido por un escalofriante picotazo.
Todos los elementos de la habitación tenían el olor característico de las cosas viejas, guardadas y olvidadas, aquella casa en otros tiempos solía ser una cálida morada vacacional de la familia Molano cuyas 2 hijas en su niñez esperaban ansiosas la temporada de vacaciones para subirse a los arboles a comer mangos e ir al rio y buscar alacranes entre las piedras y en su adolescencia para invitar grupos de amigos del colegio, tomar baños de sol en el día y salir a bailar en las noches, pero estas actividades normales por aquellos años tomaron un giro dramático cuando las memorables borracheras de su padre en las que por lo general terminaba sin ninguna razón a los golpes con algún invitado, o en otras ocasiones intentaba coquetear sin éxito con alguna compañera de estudio de sus hijas y ni hablar de aquella ocasión en que, en la misma habitación donde Luis pretende
fornicar con Ana Maria, dio una paliza a su mujer porque esa noche no quiso abrir las piernas para que el señor Molano eyaculara dentro de ella, así se sentía la señora Molano, como un recipiente para que su esposo deposite su semen.
Situaciones como estas hicieron que las hijas de Molano, entradas casi en la mayoría de edad siempre encontraran una excusa para evitar los acostumbrados viajes familiares, y la señora Molano decidiera de vez en cuando dar un uso menos deprimente a su vagina y aprovechando el estado de embriaguez de su esposo darse un revolcón con el empleado de la casa, si es que se le puede llamar empleado al encargado de regar las plantas, dar de comer al perro y prender las luces en las noches para despistar a los ladrones, todo aquello sin más remuneración que la cerveza que le invitara su patrón en cada visita y los episodios sexuales que le procuraba la señora Molano cuando el marido caía perdido de la borrachera.
Volviendo a nuestros protagonistas, Luis en un gesto de caballerosidad, le cedió la cama a la recién llegada y mientras Ana María se despojaba de ropa y maquillaje en el baño, el hizo campo a un lado de la cama para dormir en el suelo, cuando Ana María volvió más ligera de ropa se sorprendió al ver a su anfitrión en el suelo.
-Me tiene miedo? ¿tranquilo que yo no muerdo, que tal salga un alacrán debajo de la cama?
-Ya estuve revisando y no vi nada, además yo ronco y no quiero incomodarte.
-Yo estoy acostumbrada a dormir con hombres, dijo Ana María corriendo su cuerpo a un costado de la cama
-Ya que insistes, pero si llego a roncar me despiertas y me voy al suelo de nuevo bueno?
Luis, interpretando esta invitación como un gesto seductor se acomodó al otro extremo de la cama con cierta timidez y sin entender muy bien aquello de que «estaba acostumbrada a dormir con hombres» lo más probable es que lo dijera como una enternecedora referencia a dormir con sus hijos.
Hasta ahora el plan de Luis iba funcionando a las mil maravillas, más temprano que tarde el nombre de Ana María iba a aparecer en la lista de mujeres que pasaban por sus manos, pero en el listado de las más atractivas, porque existía otro inventario incluso más largo del que no se sentía muy orgulloso, y cuando hablamos de un listado de mujeres es porque realmente
existe un archivo en ordenador de Luis, donde un día decidió crear un nuevo documento sin título ni comentario alguno, sencillamente un listado con cerca de 30 nombres de mujeres que en una época, tratando de recordar todos sus encuentros sexuales fue complementando poco a poco, pero como no recordaba con exactitud los nombres de sus conquistas tuvo que acudir en varios casos a sobrenombres y referencias como: la gorda de la universidad, la pecosa del barrio, la chiquita del pueblo…etc. Este ejercicio lo excitaba y mejoraba su autoestima en la medida que aparecía un nuevo registro en el archivo.
No podría decirse que Luis era un hombre apuesto, dos matrimonios fallidos, el cigarrillo, el alcohol, las noches de juerga en su juventud y una vida sedentaria habían aportado lo suyo para que luciera una calvicie prematura y un abdomen que lo hacían ver como el típico padre de familia cuarentón bien vestido y de buenos modales. Su inteligencia, profesionalismo, pero sobre todo personalidad tranquila y sosegada lo hacían encantador para algunas mujeres y para otras era simplemente un cero a la izquierda.
Con las luces apagadas y como dos boxeadores que esperan el campanazo para reanudar la pelea, nuestros protagonistas se sentían protegidos cada uno en la seguridad de cada una de las esquinas de la cama, aunque hacía calor Ana María estaba usando una sábana para cubrirse mientras que Luis, en pantaloneta y camiseta y con las manos entrelazadas detrás de su cabeza miraba al techo y buscaba un tema de conversación para romper el hielo.
-Como estuvo el viaje?
-Bien pero ese bus hizo muchas paradas y venia despacio y como no conozco este pueblo tenía miedo de seguir de largo.
-Pensé que venias en tu carro.
-No mi esposo lo necesitaba para llevarlo a revisión, como está de vacaciones tiene tiempo para esas cosas.
-A qué se dedica tu esposo?
-Trabaja en una multinacional, por lo visto no me prestó atención cuando le hable de el durante la entrevista de trabajo.
-Eso fue hace como 6 meses no me acuerdo de todo lo que hablamos.
-Yo creo que no se acuerda porque no me quitaba la mirada de las tetas mientras me hacía las preguntas.
-Tampoco me acuerdo muy bien de esa parte, pero ahora que lo mencionas, con ese cuerpazo pues es normal desviar la mirada.
Con el hielo roto y después de las risas nerviosas respectivas, Luis se fue acercando al cuerpo inmóvil de Ana María y puso su brazo sobre su cintura.
-Quien iba a pensar que íbamos a resultar durmiendo juntos, dijo Luis pasando saliva y percibiendo el aroma de ese perfume fino que salía de los hombros de Ana María
-Si estamos durmiendo juntos es por un viaje trabajo y eso no significa que vamos a tener relaciones, dijo Ana María con asombrosa tranquilidad y sin incomodarse por la intrusa mano en su cintura.
Ana María es de esas mujeres a las que no es fácil determinar su edad, aunque no era una niña su cuerpo bien tonificado, sus senos, su abdomen y su cola bien proporcionados la clasificaban en el grupo de las veteranas bien conservadas.
Aunque Luis no tardaría mucho en lanzar otro ataque, entendió esta reacción como una falsa señal de mujer recatada que en principio debía mostrarse seria y puesta en su sitio, pero que terminaría accediendo a sus encantos de galán trasnochado.
Ya que Ana María no pareció molestarse Luis reanudo su ofensiva y junto su cuerpo con pene erecto incluido a la espalda de Ana María que con una serenidad desesperante le soltó una frase lapidaria:
-Luis para empezar usted no me gusta, si quiere tóquese para que se tranquilice un poco pero no me vaya a untar la sabana, hasta mañana.
-Esas palabras pueden ser causal de despido con justa causa, y eso de que no te gusto lo dudo mucho, por eso aceptaste venir inmediatamente porque no te soy del todo indiferente y te llama la atención la idea de pasar dos días conmigo lejos, alejados de la civilización.
-Este Luisito ahora me salió psicólogo, mejor duerma que mañana tenemos mucho trabajo.
Lo único que faltaba para empeorar el plan que se estaba saliendo de control era encontrarse un alacrán en medio de la oscuridad, por eso Luis encendió la luz de su teléfono y pisando con precaución salió de la
habitación, se desplazó al patio donde prendió un cigarrillo y con resignación, pero sin sentirse del todo derrotado por el polvo frustrado, hizo sus preparativos mentales para lo que sería la jornada del día siguiente sin alcanzar a imaginar los extraños acontecimientos que en pocas horas sucederían dentro y fuera de la casa de recreo de la familia Molano.
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