Escribo hoy para ti siendo un sábado nublado, siendo las 10:22 am, es temprano y el humo verde despertó junto conmigo, como ayer y como los demás días anteriores de estas dos últimas semanas, para ser exacta. Permíteme pedirte unas disculpas, por pensaren ti e inspirarme a plasmar, hace días que me veía con la necesidad, es por eso mi anticipo por escribirte, me encontraba asfixiada en tu egoísta distancia, y no es que no lo comprenda, lo hago y es por esa razón del miedo que abunda, pero me está consumiendo tu desdeñar y no puedo pensar en otra cosa más que en eso, solo en eso.
Hace días que camino por automático, a veces no pienso ni siquiera en el ruido de las calles, como si no hubiera ahí afuera camiones contaminantes sonando su forzado motor, como si no hubiera prisa por llegar a nuestros destinos, es casi como flotar y no saberlo, siempre tomo la misma hasta eso se volvió rutina, R. Martinez a la primera a la derecha y apareces justo ahí en mi cabeza, en las monótonas calles, a veces me gustaría ir a buscarte y sacarte de donde quiera que estés, y exigirte que me devuelvas, pero no sé si al final de la noche, realmente eso sea lo que quiera.
Últimamente tengo la sensación de que el mundo está en silencio, que todos hablan y nada se escucha, nada se retiene, es casi como estar presente y no vivirlo, todo se detiene y se concentra únicamente en todo aquello que me desordena la mente, y estoy cansada de ir usando mis fuerzas contra la corriente, y la voluntad que te pedí prestada, se desmorona y no encuentro mi camino, estoy perdida y no hayo la manera de reencontrarme, y entorpeces mi búsqueda alejándote, tu eres la llave y ojala pudiera saber porque tú, pero no lo entiendo y no sé si algún día quiera o pueda saberlo, pero por alguna razón me encuentro aquí, redactando para no morir con tanta palabrería cuando me encuentro en silencio, tratando de encontrarme contigo en esta carta, te has ido y tu ausencia ha traído silencio al universo entero, y ojalá pudieras comprender una vez más los motivos que nos hacen volver siempre al mismo punto, así no tendría que sentirme muriendo.
Cuando te vi aquel 8 de enero del famoso año 2014 por primera vez, sentí que debía alejarme en ese instante, sentía el estómago revuelto y juro que quería correr, presentía que desde ese momento ya nada sería igual, que venías a mí por alguna razón y serias un tormento en mi vida, incluso te lo dije, volteaste tus ojos y me observaste con seguridad, dijiste que tal vez podría estar en lo cierto, y nos inundó el silencio. Podría repetir la vida y no cambiaría los segundos, volvería a desearte conmigo y no tenerte a cambio de repetir las noches de humo, alejados del mundo y sus terribles personas, alejados de nuestra realidad permitiéndonos comprendernos en todo aquello que los demás les es difícil hasta de escuchar, alejarnos de lo que debemos de ser por decisión de la vida, y es esto el motivo, que me pedían a suspiros que me alejara aquella noche extraña en la que te conocí, y ahora me siento morir por estar atada a lo que creo llamar “vida”.
Lo cierto es que podría seguir escribiendo pero igual no tendría sentido, porque no te encuentro, no te hayo en este escrito, cada palabra, cada coma puesta me hace sentir más el vacío, porque lo cierto, es que me encuentro sentada acompañada de mi soledad con su exquisita fragancia a hierba verde pidiéndome a gritos ponerle el punto final a este intento de reencuentro, y no, no puedo detenerme, hay tanto por decir y poco que podrás comprender, porque te conozco, te has ido y no piensas regresar, y yo estoy aquí pidiéndote, y exigiéndote que me respondas con la verdad que nunca has podido decir en estos 5 años, por mí, porque me lo debes después de cada una de las veces que tuve que salvarte, después de amarte como te amé, y me dejaras sin nada por primera vez, dime si sanaras mi carente vacío o de plano me preparo para atacar a la vida sola, siendo ajena a mí, y lejana a lo que te llevaste, y si me permites, te espero allá donde te venga en gana decir adiós, pero por favor permíteme despedir todo lo que debo decir antes de dejarte partir, de dejarme ir. Lo que sea, lo que quieras, pero sálvame, y dime cómo sobrevivir ante esta vida de artimañas.
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