Cuando un velo de luz baño tu ser

El momento del día donde tú piel se hace una con la mía, tu olor ya no me parece ajeno, lo siento impregnado en las profundidades de mis poros, mi aroma ya no es mío pues siento que todo lo mío con cada movimiento lo haces tuyo, me haces tuya, tuya es que ya lo soy. Te siento muy profundo y tú presencia me hace enrojecer, la sangre me hierve y mis piernas se mueren, un frío interno recorre mi sangre y explota el volcán que esperaba que todo en la tierra se centrara para crear un caos tan preciso en su naturaleza. Estoy ahí rendida a ti, siendo una contigo, quiero abrir los ojos y ver la perfecta realidad en la que persisto a tu lado, te veo a ti parado ahí, tu abdomen que rosa sobre mi piel inferior y tus brazos que se posan en mi parte superior, te siento, te siento en todo mi cuerpo, y en todos los aspectos, nuevamente tu cuerpo recibe la luz del día, pero esta vez de una manera diferente, pues tú lo recibes y a mi me bloquea, y ese eres tú un rayo de luz más grande que la misma que me tapas la luz exterior pero me iluminas ciegamente mi luz interior. Esa luz de afuera no me deja verte, tu cuerpo a medida que elevo la vista se me pierdo nitidez de tu cuerpo y mi tacto se vuelve más preciso mi olfato más exquisito y mi oído un receptor prodigio. Tú luz me deja verte más que nunca, es tu luz ese hermoso río desbordante a la orilla de la cama es ahora quien me atraviesa de norte a sur.