Hoy comienza mi día, mi destino…acabo de cumplir diecinueve años, y por primera vez en mi vida laboral he conseguido un trabajo que realmente me gusta… llevo años de voluntaria en protección civil, ejerciendo tanto de auxiliar de sanitario como en otros ámbitos, años sintiendo la pasión creciente de trabajar en ambulancias, ayudar a la gente, poder aportar mi granito de arena…estoy pletórica…

Observo las líneas monótonas de la carretera a medida que avanza la velocidad del coche, con la mano posada en mi rostro y mirando al vacío por la ventanilla, recordando cómo conseguí este insólito contrato

“Andrea me llamo al despacho de la agrupación, su cara delataba entusiasmo; rara vez visto en ella, sus ojos brillaban cuan niño espera la gran preciada golosina por su buen comportamiento.

Decidí mantenerme de pie cuando cerré la puerta tras de mí, una inquietud por su actitud hacia que mi cuerpo se mantuviera erguido y alerta, ¿qué estaría planeando?, ¿Cuándo reflejaba tanto entusiasmo?

– Alex, ¿no quieres sentarte? – me pregunto Andrea con voz sumisa y contagiosa

– prefiero estar levantada, si no te importa… ¿qué diablos te pasa?- conteste aturdida

En ese preciso momento tocaron a la puerta dos veces, con golpes intrínsecos.

Uno de mis compañeros de guardia irrumpió en la estancia con paso sumiso y cansino. La actitud de Pablo siempre era la misma, para mí desquiciante; una persona de sonrisa fácil con un carácter pausado y amado por todas…

– ¿me llamabas Andrea? – comento Pablo como si expusiera el tiempo sobre la mesa

– sí, por fin estamos todos chicos… he recibido una noticia estupenda, y dado que sois los mejores de la dotación, he decidido incorporaros a un programa laboral que se esta llevando a cabo en un pueblo de Madrid, sé que está lejos, pero es una oportunidad única…ya que sois los únicos que habéis realizado con éxito los dos cursos de emergencias médicas. Sería un contrato de un año y trabajando veinticuatro horas y varios días de descanso. Sé que el sueldo es de 400 euros, pero oye…menos da una piedra… ¿qué os parece? – mirando con ojos deslumbrantes a ambos.

La reacción de ambos fue mantenernos con una aptitud expectante al igual que vacilante.

– espera un momento, Andrea- la conteste mientras intentaba masajear mis sienes para cuadrar la situación- ¿dónde has conseguido ese puesto?, ¿Cuándo empezaríamos?, ¿400 euros?…

– lo sé, lo sé,- suspiro Andrea con una dignidad desafiante- no llego a entender por qué no estas mas contenta, te estoy ofreciendo un trabajo de lo que te gusta y tendrías varios días de descanso…¿acaso no te es rentable, alteza?…

– déjate de sarcasmo, Andrea…no puedes lanzar una bomba ofreciéndonos un puesto y sonreír como si tuvieras audiencia con el mismísimo papa…quiero ver el contrato. – apoyando mis dos manos en la mesa y retándola con la mirada.

– ah…tú como siempre…esto es lo tomas o lo dejas, creo que no he sido clara. ¿No lo quieres? – alzando su labio inferior en una mueca de soberbia

-no he dicho eso, y lo sabes…me refiero que necesito más información sobre lo que has comentado, sólo es eso – apabullada por precipitarme en un posible error por mi terquedad

Pablo, como de costumbre, omitía cualquier comentario y sólo asentía como si todos los astros del universo le ampararan, me sacaba de mis casillas que nunca diera su opinión, solo sonreía con su dentadura perfecta y reluciente y ya tenía a todas las mujeres besándole los pies…desquiciante

-Alex, sí o no…- recalcando cada una de las palabras.

– ¿sí?…- respondí rompiendo toda conexión cerebro-boca

– perfecto, me encanta que las cosas salgan a pedir de boca, con vuestro permiso, empezáis la semana que viene, ya os mandaran toda la documentación a vuestros correos electrónicos. – levantándose de la silla y pavoneándose hasta la puerta

Al irse Andrea, mi rostro debía parecer una marmolina impertérrita, inmóvil y mordiéndome la lengua, Pablo se situó a mi lado agarrando mis hombros con dulzura. Su alta figura eclipsaba la poca luz del despacho, sonriéndome con sus ojos verdes deslizo su mano derecha hacia mi barbilla, irguiéndola para que fijara mis ojos en él.

– no te lo tomes tan a pecho, nos vemos compañera – soltando mi barbilla y alzando la mano a modo de despedida.

Si algo tenía que reconocer, es que Pablo sabía mantener las formas, siempre con su pose de caballero andante y evitando cualquier posible confrontación.”

Siento que el coche desacelera y fijo mi vista en mi amigo, quien ha podido traerme a mi primer día de trabajo, un pueblo a las fueras de Madrid, que nunca había oído, pero que, sin duda, será un comienzo en mi carrera.

Encuentro la destartalada base, una puerta desvencijada de color verde que para llegar a ella debes subir dos peldaños escandalosamente pequeños y ridículos. Mis nervios afloran incluso en el jadeo de mi respiración, aumentando a cada paso que doy aproximándome a esa puerta que parece agrandarse como un rascacielos.

-tranquila, Alex…por dios, serénate…

Tras una pausa parecida a una eternidad, decidido llamar con tres modestos toques…inmediatamente aparece en el umbral, quien dice llamarse Elías, un hombre cerca de los treinta, corpulento y con aliento para tumbar a varios gladiadores cuerpo a cuerpo..

– imagino que tú serás la novata, te estaba esperando… me gusta la puntualidad, lo tendré en cuenta – mirándome de arriba abajo mientras se relame los labios con la lengua

Instintivamente, me abrazo el cuerpo para protegerme, su forma de decirlo como la mirada es de un depredador, me hace sentir como si fuera una presa indefensa oculta entre los matorrales.

– esto…encantada, soy Alex, es mi primer día. Imagino que serás Adolfo, el jefe de la base. – recuperando la poca fortaleza que me queda

– ja…¿Adolfo?…¿qué parte no has entendido de mi nombre, preciosa?. – alzando la voz y acercándose hacia mi rostro – me llamo Elías y seré tu jefe de guardia, estarás bajo mi cuidado en las próximas veinticuatro horas, seré tu sombra como tu culo y que dios me perdone si me haces perder la paciencia. – cogiendo mi rostro con una mano para enfatizar cada palabra

– ¿qué?… – respondiendo con un nudo en la garganta

– pasa, ponte cómoda, te daré tu uniforme…ah, por cierto, como aquí no trabajan mujeres tendrás que apañarte con un uniforme de hombre hasta que lleguen los vuestros…no quiero quejas…la habitación es la del fondo, es una litera y dormiremos juntos, ¿no crees que esto se pone cada vez más interesante? – acercándose a mis labios

Su aliento empalagoso hace que sienta nauseas, una mezcla de alcohol con dulzor impregna mis fosas nasales. Su mano aún tiene agarrada con dureza mi barbilla imperando su cuerpo y arrastrándome hacia la pared. Siento su deseo en cada fibra, prácticamente lo embebo, haciendo que mi cabeza piense a mil por hora el cómo reaccionar.

Mi instinto como el carácter que tanto me destaca, actúa por mí; alzo la mano hacia su rostro y suavizo mi mirada, ladeando la cabeza haciendo un sutil mohín para captar su atención …su cuerpo se relaja triunfante, acercando sus caderas hacia mi cuerpo aprovecho para propinarle un rodillazo en su entrepierna…

Elías se desploma soltando improperios, meciéndose de un lado a otro con lágrimas en los ojos, sólo puedo pensar en la situación tan dispar que tengo ante mis ojos.

Comienzo por reír escandalosamente, una risa nerviosa por todo lo acontecido, aún no podía creer que mi sueño de trabajar en ambulancias comenzara de esta manera, ¿dónde estaba la cámara oculta?, ¿cómo habíamos llegado a este punto?, y lo mejor de todo; ¿qué pasaría a partir de ahora?

CONTINUARA…


URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS