Esta es la parte que menos me agrada,
la parte en la que asimilo
que no transitaré más por esa calle,
tan tormentosa, inquietante, estremecedora,
impregnada de sensaciones encontradas.
La parte en que no volveré a tropezar mi mirada
con tus ojos color café profundo,
ni podré continuar memorizando
tus acendrados rasgos a la perfección,
como réplica inalterable en mis recuerdos.
Atrás quedaron esos atardeceres
teñidos de esperanza,
la sensación lejana de tu presencia
a pocos metros de distancia.
Ya no hay pretextos para caminar por esa acera,
repleta de sensaciones desconocidas,
que estremecía mi ser con tan sólo acercarme,
que iluminaba mi corazón,
cansado de habitar en las tinieblas.
Caminar por allí era como
tratar de subir al cielo por segundos
y sólo ser capaz de vislumbrarlo a lo lejos.
Era recordar que ya no sería igual,
que me habías olvidado,
por ironías y dictámenes de la vida,
la misma, que te excluyó de mi destino,
y te convirtió en algo pasajero,
en alguien destinado a cruzarse en mi camino
para hacerme entender
una lección de vida,
una enseñanza de estatura media,
cabello castaño oscuro y liso perfecto,
con ese tono único que al sol, se torna dorado,
piel clara pero bronceada,
como un paisaje de atardecer soñado,
mirada sutil y a la vez, profunda, atrayente;
sonrisa imperfecta pero cautivadora.
con defectos como cualquier ser humano,
muy alejado de lo ideal para muchos,
pero que ante mí personifican
la absoluta perfección.
OPINIONES Y COMENTARIOS