En el restaurante Bistró, a las afueras de la ciudad, bajo el sol el hombre más guapo que han visto mis ojos solo se sienta a leer unos viejos libros de la biblioteca central, lo sé, porque llevo tiempo observándolo con detalle, no es que este obsesionada con él, solo se me hace curioso el hecho de que su rutina sea la misma y a juzgar por su apariencia debería estar lleno de ocupaciones más interesantes, no solo sentarse toda una tarde a leer y a tomar un capuchino caliente a la misma hora en el mismo lugar.

Creo que el verle tanto a despertado en mi un sentimiento extraño, algo que no me es familiar. Además, me siento como una adolescente observando al chico que te gusta por una ventana, pero me niego a sentir esto, no es apropiado en mí; sus canas alrededor de sus cabellos delatan su edad, seguramente si me acerco a él diría que soy una tonta al creer que puedo entablar una conversación con alguien como él, sus trajes y su postura me hacen creer que es un tipo refinado, de buena clase.

– Hola Victoria, como estas? Dice Sofía la dueña de la tienda a la que acostumbro ir a mercar.

– Bien Doña Sofía, como van las ventas?

– Pues Vic nada cambia, todo por acá esta como siempre, ni mejora, ni empeora.

Doy vueltas en el lugar buscando unas verduras y un par de frutas, me despido de Sofía y me dirijo a casa. Al dar giro para tomar mi calle me tropiezo con un tipo alto y de aspecto tenebroso, de inmediato mis piernas empiezan a temblar y siento que mi cuerpo se enfría y me invade el miedo al ver que toma las bolsas del mercado que llevaba las tira al suelo y me sujeta con sus grandes manos el cuello y me ahorca dejándome sin aliento, al hacerlo me dice al oído que esta noche seré suya, y que una chica tan frágil y bella no debería merodear las calles a esa hora, me suelta y toma mi cintura y tapa mi boca para evitar que de un grito, mi esperanza y mis fuerzas se desvanecen, no sé cómo luchar contra un el, hago movimientos intentando poder zafarme de sus brazos, pero mis esfuerzos son en vano, este hombre me triplica en fuerza, así que caigo débil, pero al oír la voz de un hombre a lo lejos me despierta, Diciendo: Deja a esa chica en paz o te partiré la cara, el hombre me tira con ferocidad al suelo y se acerca a mi salvador, pensé que duraría más el encuentro, pero con solo un puñetazo lo noquea, me recoge del suelo y de inmediato me desmayo en sus brazos.

Al amanecer me encuentro en una habitación lujosa con lindas flores a lado de mesa de noche y jugo de naranja, lo agarro y me lo tomo en un sorbo ya que estaba muy sedienta, pero me quedo un minuto pensando y me doy cuenta que no estoy donde debería estar, no conozco este lugar, salto de la cama y busco mi ropa desesperadamente, abren la puerta y entra este tipo, el tipo al que he estado observando durante meses, siento que mis mejillas se ruborizan al verle, doy unos pasos hacia tras y quedo sentada en la cama, le pregunto casi que tartamudeando él porque estaba allí, el me responde que un hombre me estaba atacando y que él me había salvado pero al recogerme de donde estaba yo me había desmayado y que no traía documentos ni ningún numero para que el pudiese llamar a alguien cercano. Me acuerdo del suceso y mis lágrimas empiezan a brotar sombre mis mejillas, él se acerca a mí y resbala sus dedos en la lagrima que cae y me dice que nada malo me había pasado, que llego en el momento correcto y que por favor me calmara, así que al escuchar su voz en mi interior sentí una paz inmensa y le pedí que me diera mi ropa para poder irme a casa, me la entrega y voy al baño a cambiarme, me miro en el espejo y me pregunto porque tuve que encontrármelo en esa situación, me siento frágil y apenada, además tengo puesta su pijama, me refresco con un poco de agua mi rostro y a los pocos minutos salgo.

-Mucho gusto soy Augustus Sellers, perdón por no haberme presentado, ¿cuál es tu nombre?

-Tímidamente le respondo, Hola, soy Victoria Brooks (estrecha mi mano con delicadeza). Te agradezco por lo de ayer, no tengo como pagarte.

– ¿Si puedes hacerlo, te gustaría ir a cenar conmigo esta noche?

– Enserio?

-Si, por supuesto. Quisiera conocerte, bueno si no es problema para ti.

– Claro sí. Me encantaría.

– Muy bien, esta noche a las 8, te daré mi número y me envías tu dirección.

– De acuerdo. Perfecto.

Al pasar del tiempo Victoria se fue enamorando de aquel hombre que le salvo la vida esa noche, y el por supuesto se enamoró de Victoria, su timidez e inteligencia lo fue envolviendo al punto de que le pidiera ser su esposa.

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