No es extrañarte, es recordarte.

No es extrañarte, es recordarte.

J.C. Laurel

27/05/2019

1, 2, 3… como en la primera clase para aprender a bailar. 1, 2, 3… fue el número de días que Jesús esperó para resucitar. 1, 2, 3… el conteo antes de tomar alguna fotografía. 1, 2, 3… años viviendo sin ti y aún recuerdo el primer día.

Resulta muy extraño, recuerdo claramente ese momento, 10:15 de la mañana del 30 de marzo del 2008, de esas imágenes que jamás se irán de mi mente, decidiste emigrar a un extraño lugar donde el alma del cuerpo se separa, donde tus ojos dejaron de brillar para que tu cuerpo descansara, donde tu corazón se detuvo tal vez por obra de algún raro hechizo, fuiste a ese lugar donde van los héroes, te fuiste al paraíso.

Quizá, cuando te escribo, reflejo una imagen de sentimiento y dolor por no tenerte, una constante tristeza de solo vivir de tu recuerdo sin poder verte, de hacer como que estás aquí a mi lado cuando en verdad nunca has estado, mostrando mi lado reprimido, mi debilidad de vivir del pasado.

Tal vez demuestro mi tristeza y nostalgia acumulada por haber siempre callado, pero, aunque sea duro quiero que lo entiendas, no te he extrañado. La verdad nunca me has hecho falta y jamás me has faltado, no han hecho falta consejos y no te he necesitado, 3 años cumplidos y no me hiciste falta ningún día, porque para mí no te has marchado, siempre estarás en mi vida.

Cada paso que doy, mi mirada, mis manos, mi cuerpo, toda esta sangre que corre por mis venas solo son algunas de las cosas que me hacen no extrañarte, volteo a ver a mi madre y estás ahí a su lado, adherido como obra de arte. En la sonrisa de Carlos, se encuentra el extenso mapa de toda tu vida, la geografía donde se resguarda toda tu imagen, tu indomable anatomía. La sombra de Jorge es doble y siempre se encuentra acompañada, eres tú, su propio ángel, su infalible guardaespaldas. Tu ausencia nos dejó presencia, tus ideas se convirtieron en mi esencia, tus sueños puestos en mi ya los he logrado y estoy seguro que sonríes, creo que no te he defraudado.

Para serte sincero, no me dolió tanto el que te fueras, creo que dejaste las armas suficientes para enfrentar la guerra, no tuve dolor, no hubo temor, yo tomo estas cosas sin complicaciones, para mí todo es un ciclo natural, completamente normal, no hubo lágrimas ni desilusiones. Aquí lo importante es que tuve la fortuna de conocerte, de verte fuerte, de que me mostraras como se consiguen las cosas, de ver que los esfuerzos son recompensados con victorias, que todo está basado en la actitud de las personas, que cada quien diseña su propio camino, su propia historia…

1, 2, 3…

¿Miedo a la muerte? Jamás lo he experimentado.

¿Miedo a no verte? Mírame, de pie como un soldado.

Miedo, no fue perderte y que no estuvieras conmigo.

Mi gran miedo sería, jamás haberte conocido.

Han pasado 3 años y todos los días trato de pensar en ti para nunca olvidarte, lo que hago no es extrañarte, lo que hago es recordarte. Te amo Papá.

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