Qué valdrá el tiempo del caminante quieto, la brisa ausente y el cielo negro,

cuarenta horas de mal aliento, siete minutos en el espejo,
una risa húmeda y un temor sincero de tanto ver moverse la lengua.

La mordida del frío, el gruñido del hambre,el baile muerto,
incertidumbre para las noches largas y saliva espesa para el sol de madrugada.
Caminemos una vez más sin retorno, la rotonda espera nuestras pasiones burdas
y nuestros intentos tercos.

Que valdrá el tiempo del caminante quieto, que valdrá un respiro sin secreto,
El calor de los cuchos, doscientos silencios, setecientos sueños.

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