Parece que llegó la lluvia. Después de unos días de cielos grises claros y oscuros y el canto constante y anunciante de las ranas a lo lejos; hoy comenzó a llover pasado el medio día y siendo las nueve de la noche se sigue escuchando el goteo constante, a veces muy fuerte otras muy débil. Uno se acostumbra a la lluvia en el trópico, a veces precipita fuerte y permanente durante días, la árida tierra que soportó seis largos meses sin ver una gota se abre como a bocanadas para dejar entrar el suministro que le devuelve vida, las plantas sonríen, les puedo asegurar que sonríen, las he visto crecer en tan sólo tres días de lluvia desde la nada convirtiéndose en poco tiempo en mata espesa y abundante. Hace días creció una flor extraña, ya que nació directamente de la tierra como errante descarriada sin madre, en un lugar donde nunca hubo planta alguna, bellísima, con tres capas de pétalos de diferentes colores muy vivos y llegó a unos veinte centímetros de alto en cuestión de horas; en pocos días murió y reconozco que quedé desolado, pero entendí que era su tiempo y estoy convencido que vendrán otras flores así de la nada. La lluvia todo lo cambia, todo lo transforma, todo lo renueva. Por mi parte; a mi me producen sensaciones diferentes, según los días, según la música, pero la combinación del sonido del mar y la lluvia me deja como parado en otro lado, no se bien como explicarlo, pero en un lugar donde todo está bien, a pesar de la lluvia.

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