Alía y el Primer día de Muchos

Alía y el Primer día de Muchos

Catilinarias

17/05/2019

Miro por la ventana del carro, aquel bosque del finito y mi mente tan rota solo quiere gritar, porque quiero ver más gris y menos verde, anhelo aquellos sonidos de la sonora cotidianidad del capitalismo salvaje, las construcciones levantándose, el pitido de los carros que se dirigen hacia el punto B, Las conversaciones de la masa conjunta encerrada en su inocua monotonía

Esa sonoridad que se introducía en mi cuarto de murales mal pintados y discos regados en el suelo , en esas cuatro paredes de arco iris y anarquía sin un fin , solo me acomodaba en mi tapete rojo de rezos herejes y encendía mi vieja grabadora del año 88 para viajar al mundo de las notas del pensamiento y el alma, pero eso es ahora el mañana de hace dos días, en el hoy estoy en la carrosa de mi progenie, rumbo a un pueblo de correcciones y moralidad, que maldita suerte la mía ,la de esta pobre criatura de risos sin agua, de ropa rota y maldiciones inmortales, de uñas de color negro y chaqueta de jean sin mangas.

EL reloj del auto Nissan marca las 4 después del mediodía y hemos llegado al pueblo de Moran, una postal de casas con tejados cafés y calles empedradas, envuelta en luces de focos callejeros de color amarillo del siglo XV, que maldita suerte la mía, un alma de segundos presurosos viviendo en este espacio donde el tiempo parece no existir o puede haberse muerto hace tiempo de aburrimiento.

Nos dirigimos hacia la calle 8 y 23 ,nuestro hogar desde ahora y para siempre y al verlo solo puedo dibujar una expresión de nada y antipatía, dejo salir un insulto en forma de grito y mis padres me corrigen presurosos ,los intentos de una generación que trata de volver al tiempo de rezos y crucifijos ,ni que lo hubiera marcado en mármol en el viento, y mi hermano menor solo puede saltar de alegría, a veces es tan tierno saber que es tan inocente ,veo en sus ojos la dulce sensación de la ignorancia sin manchar, el dulce gozo del desconocimiento de este mundo tan podrido.

Me paro en la acera y no quiero entrar en esa casa tan vertical, mi madre me grita que desempaque mis cosas, las cuales guarde en mi maleta de cuero negra con el dibujo de una copulación en rosa, es tan gracioso ver sus rostros de vergüenza al verla, como clérigos en vista de una puta con las tetas salidas, la bajo en lentitud a propósito, con la expresión de gusto y éxtasis pero eso no cambia la mierda de casa en la que estaré.

A medida que la cargo y entro en mi hogar, solo puedo ver espacios cerrados sin gracia, unas paredes de un mármol griego extinto, unas escaleras de ancianos reumáticos y un techo de tejas en círculo, tomo un suspiro y sigo, pregunto con voz susurrante donde está mi cuarto, mi padre apunta hacia el segundo piso ,el cuarto cerca del baño dice apurado, les grite sin vacilar que entiendo que para ellos soy una mierda, pero tampoco quiero olerla, peor sus mierdas ,nadie dice nada, solo me miran con el martillo de sus reglas.

Camino con mi maleta sexual y subo por las escaleras, sin expresar nada solo el silencio de un ser furioso que ha sido enjaulado en lo puro y sacro, llego hasta la puerta de caoba, la pateo y entro, hay esta mi cuarto tan poco caótico pero tan recto, arrojo mi maleta al suelo me recuesto en el suelo mirando al techo y cierro mis ojos, queriendo oír algo más que ese puto sonido de pájaros, quiero oír robos o asesinatos, borrachos cantando sin sentido algo, maldita sea algo, pero solo escucho el silencio.

Mi mente dibuja las fotografías de mi vida antes del hoy, esos conciertos hasta las 12 , esas caminatas en ebriedad , las cogidas duras y suaves , la observación de la ciudad desde el panóptico de jóvenes sin arrugas, los cafés en la calle roma, los almuerzos en el restaurante de novedad, Todo eso es tan dichoso que rio como una loca, pero todo para cuando mi mirada se abre ,aquí estoy digo con una mueca de payaso sin globos ,en el pueblo de Moran, este es mi primer día de muchos por venir, soy Alía y estoy lista para pintar de ilógica estos 4 muros

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