En la oscuridad de la noche cósmica, la llama de Prometeo enseña la sombra del hombre, al atravesar el umbral que el fuego marca, desde lo desconocido a descubierto, en revelación de lo oculto, arrancando la penumbra del espíritu, señalando nuestro trayecto común, orígen y culminación en el infinito.
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