Pare el tiempo

No sé qué pasó, ni cómo pasó.
Era un día «normal», como todos. Me levanté a las 12am con algo de dolor de cabeza, después de haber dormido pocas horas, desayuné y me puse a «estudiar». El cielo estaba algo nublado, y poco después aparecío un brillo increíble, era el sol. No había rastros de lluvia.
Unos minutos después llegaron mis papás, mamá traía «regalos», un cráneo humano, posters y libros sobre anatomía, todo esto acompañado por una caja de pañuelitos, estoy mocosa. Al rato, los ayudé a preparar el almuerzo, seguía todo así como siempre, como la mayoría de los días «normales», papá cocinando, mamá ordenando papeles, mi hermana ayudando (con cara triste) y yo poniendo la mesa.
Durante el almuerzo,momento sagrado en esta familia, al igual que la cena,se hablaron los temas que acostumbramos hablar (deporte, comidas, estudio, etc.). Todo parecía estar en su lugar.
Terminamos de almorzar, papá se fue al sillón, hermana fue a tomar sol y nubes, mama lavando y yo nuevamente a «estudiar». Por momentos la concentración era buena pero había algo que me estaba distrayendo, por supuesto que el sonido de la película de acción que veía papá era uno de los factores. Pero había algo más y no me daba cuenta. Pasaban los segundos, los minutos y buscaba técnicas para que la «tarde de estudio» no se desaprovechara, llegué al punto de poner «música que ayuda a concentrarse para estudiar» en el buscador de YouTube. Creo que no pasaron ni 5′ y decidí irme a mi habitación, a si que agarre las cosas, subí, cerré la puerta (cosa de que ningún sonido pudiese entrar), extendí la cama, abrí la ventana y me puse a leer en voz alta «en el esqueleto, se diferencian dos sectores….» terminaba de leer ese párrafo y repetía lo que me acordaba, el problema era que entre la lectura y la «lección» me quedaba hipnotizada mirando el cielo, y lo admiraba, me embobaba. Pasaban los minutos y mí mente seguía volando hasta que «puf» me la daba contra el suelo y volvía a repetir «en el esqueleto, se diferencian dos sectores…». Esta situación se repitió durante una hora. Sí, le restamos una hora a mi «tarde de estudio». Lo que detuvo que yo siguiera haciendo eso fue el ruido del picaporte de la puerta de mi habitación , era mi mamá, rápidamente agarré todas las hojas y me hice la que estudiaba, levanté la mirada como diciendo ¿qué necesitas? Y en pocos segundos lanzó su pregunta , ¿qué le pasa a tu hermana? ¿Anoche estaba así? Yo respire tranquila y le dije «anoche estaba bien ma, por lo que leí, su serie la hizo llorar. Pero no se más nada». Y era verdad no sabia y no se más nada. Ella me miró con cara de duda, de ojos «confusos» y respondió con un simple y frío «bueno», insatisfecha por la respuesta que le di, dio media vuelta y se fué.
A todo esto, ya eran las 4 de la tarde y no había podido estudiar más que un misero párrafo. Maldito cielo.
Minutos después escucho las escaleras y había alguien que queria ingresar nuevamente a mi habitación. Era mi papá (yo ya me había dado cuenta cuando sentí su manera de subir las escaleras).
-«¿y, cómo vas hija?»
+»bien pa, acá metiéndole al estudio».
(mentira pa, no me puedo concentrar, me gusta estudiar con vos, uno de los tantos pensamientos que me hubiese gustado decirle).
Y entre sonrisa y sonrisa le dije «estudiemos una hora juntos y después merendamos».
Nivien bajamos, nos sentamos y comenzamos a leer y a charlar sobre los músculos, las articulaciones y el esqueleto. Hubo momentos en los que nos peleábamos muchísimo, pero indudablemente fue la mejor hora de estudio del día. Merendamos y entre charlas y risas se largo a llover (que hermosa que es la lluvia). Al terminar nuestra merienda, apareció mi hermana, seguía con la misma cara que había tenido al mediodía, pero nosotros actuábamos «normal», como si nada pasara. Lavamos las tazas, cucharas y cuchillos de untar. A todo esto, la lluvia ya había parado, se veía un arco iris único y hermoso.
Todos comenzamos a hablar de lo que pensábamos hacer, mama se iba a un cumpleaños, papa a andar en moto, mi hermana a dormir y yo obviamente a «estudiar», pero esta vez iba a ser diferente. Tenía ganas de andar en bici y de ir a leer al mirador (lugar donde me encuentro).
Eran las 7 de la tarde cuando comencé a armar la mochila, dentro de ella había un rompeviento, agua, billetera, linterna, gas pimienta y el infaltable libro de anatomía, cabe destacar que no era el que estaba estudiando, sino que el que me había traído mi mama por la mañana.
Eran las 7:30 pm y mamá me dice por milésima vez que tenga cuidado y que cuide la bici, le dije «si ma», cansada de escuchar siempre los mismos consejos, me di media vuelta y arranqué.
Llegué al mirador, un poco cansada, ayer entrenamos mucho, pero no me importó, tenía la mejor vista del sábado 4 de marzo del 2017. Comencé a andar despacito, miré a mi alrededor e intenté ver si «mi lugar» estaba ocupado. A pocos metros podía observar a un par de «chicos» de unos 21/22 años, estaban charlando con dos nenes de 7 años aproximadamente. Llegue al lugar donde decido sentarme siempre y estaba vacío, me baje de la bici, la acomode bien cerquita mío (ayer me la regalaron), me senté en una parte seca, abrí la mochila y saque mi celular para poner música. Puesta en «play» la canción «como meteoritos» me puse a leer «el libro de la salud».
Creo que iba leyendo dos o tres renglones y se aparecen cuatro zapatillas delante mío. Se me paro el corazón, levante la cabeza e inmediatamente me saque los auriculares (volví a la realidad). Al mirar de quienes eran esos cuatro pies, me di cuenta que eran los dos nenes que había visto cuando llegue al lugar. Ambos de tes oscura, pelo marrón, uno tenía ojos color negro y el otro marrón claro. Tenían malla y campera (hacia algo de frío y se estaba nublando de nuevo). En sus cuellos colgaba una gomera u onda, y sus manos estaban algo sucias, al igual que su ropa. Los note inquietos y curiosos mirando a mi alrededor.
Tuve el primer cruce de miradas con el nene de ojos claros e inmediatamente comenzó nuestra conversación.
-Hola!!
Me dijeron ambos con una sonrisa en sus rostros.
+Hola, como andan? Todo bien? Fue lo primero que me salió. (Admito que estaba nerviosa).
-Bien bien, todo bien, qué haces?
Me reí, ni yo sabia que estaba haciendo, a penas iba menos de un párrafo del libro.
+Estoy leyendo y escuchando música.
Les respondí.
Ellos se quedaron mirándome y me preguntaron:
-Acá en donde estamos, es alto?
+ Si, re alto. Qué? quieren bajar?
-Si, vos no te animas?
+ Qué? A saltar desde acá? Están locos. (Se reían). Si quieren bajar, pueden por allá (les señale el lugar), es en donde estaban hoy hablando con los otros chicos, tienen un caminito.
Me agradecieron pero insistieron en quedarse. No me sacaban la mirada de encima.
+Ustedes, que están cazando con esas ondas?
Les pregunté.
Nivien escucharon la palabra onda, cada uno toco la suya.
-Palomas. (Respondieron. A lo que me preguntaron). Acá hay?
+ yyyy… yo palomas no vi, teros y loros sí. Pero saben en dónde ven muchos? (Abrieron los ojos y se concentraron en escucharme). Miren ven aquel mirador de allá en frente?
( uno asintió con la cabeza)
-cuál aquel? (Pregunto el otro, señalando)
+ Sí, ese! Ahí voy a veces y hay otros pájaros.
-Y a que vas a allá?
+ A leer, comer, mirar, escuchar música. Está bueno.
Hubo un tiempo de silencio, no fue nada incómodo, se disfruto y el cual terminó minuto después, cuando comenzaron a mirar y a tocar mi bicicleta como si nunca hubiesen visto una. En ese momento se me vino a la cabeza mi mamá diciéndome «cuida la bicicleta, no la dejes nunca sola». Pero, ¿qué podían hacer dos nenes?
+Que linda bicicleta.
Dijeron.
Comenzamos a hablar de dicho objeto y a medida que veía que les interesaba lo que yo les comentaba, los pensamientos que intercambiábamos y sacábamos a flote, le pregunte al niño que no paraba de mirar la bici:
+ ¿Ey, querés venir a dar una vuelta? ¿Te animas?
(Se le dibujó una sonrisa en el rostro y me dijo)
-Siiii
+Bueno dale vamos
Rápidamente guardamos todo en la mochila, y cuando estábamos arreglando cómo íbamos a dar esa vuelta, se acercó uno de los chicos de 21/22 años, me miró y me preguntó:
•¿Está todo bien?
+Todo bien, son tus hermanitos?
(Se rió y en respondió con un firme y rotundo)
•No
+Ahh bueno. Está todo bien, muchas gracias!
Se dio media vuelta y volvió a subir al auto con sus amigos.
Ya listos en la bici, comencé a pedalear. Mientras tanto, el otro nene se había quedado esperandonos. Hablamos durante todo el recorrido y entre esas charlas y el viento helado acariciando nuestros rostros, le pregunté:
+Como te llamas? (Tema que no salió en ninguna de nuestras charlas anteriores).
-Ariel y vos cómo te llamas?
+Qué? No te escuché .
-Ariel es mi nombre y el tuyo?
+Abril. Aguante los nombres que empiezan con «A»!!!
-Sii, aguante!!!
Seguimos el recorrido, cuando estábamos pegando la vuelta, otra vez apareció el silencio, ese de disfrute, que se vio interrumpido por Ariel.
-¿Y mi nombre con que letra empieza? Me pregunto.
+Con A también. Le respondí
(Él sonrió)
Bajamos de la bici y caminamos media cuadra juntos, seguimos hablando y compartiendo pensamientos.
Al llegar al punto de encuentro, Ariel y el amigo se fueron al shoopping por el camino que les había indicado tiempo atrás, y yo volví a leer.
Segundo párrafo «Mientras que la anatomía humana estudia la morfología y estructura del cuerpo humano…»
(Escuche un silbido)
Y sin levantar la mirada vuelvo a escuchar un «Ey abril». Mire la calle de Sarmiento y estaba ahí, Ariel, tirándome un beso volador y lentamente marchándose con su amigo y las gomeras.
Me quede leyéndo en voz alta, con más ganas.
Oscureció, ya había relámpagos, entonces decidí pegar la vuelta a casa, la disfrute a pesar del cansancio en las piernas, pero esta vez miraba y escuchaba todo más de lo común. Me sentía viva, feliz, sabia que no había desaprovechado el «día de estudio»más allá de que mi lectura no haya superado las 10 páginas. Había parado el tiempo, estaba diferente y mejor. Me había olvidado de los «problemas», de las caras, de las miradas y de las palabras que no me gustaban.
Era un día común, como todos los demás, llegue a casa, mama y papa no estaban, mi hermana durmiendo. Salude a mis perras, cerré los ojos y pare el tiempo.

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