Conversando con el corazón

Conversando con el corazón

Mayorka

28/04/2019

—Hola corazón ¿Cómo te va?

—No muy bien.

—¿Por qué?

—Últimamente no me dejan hablar. Ponen palabras en mi boca que no quiero decir.

—¡Qué mal! Pero ¿qué paso?

—Hace un tiempo me fijé en un chico, se dio cuenta el cerebro y empezó a inventarse una novela sufrida que ni existe. Imaginaba cosas sin sentido porque no era capaz de preguntar. Decía que quizás no le caería bien, juraba que ese chico era un mujeriego, que no era su tipo. De pronto se volvió profeta.

—¿Estás seguro?

—¡Claro que sí! Recuerdo decirle a la tonta de Isabela que se acercara al muchacho y la muy bolsa pensó que no le prestaría atención. Juraba estar fea, gorda, despeinada, con mucho acné, que parecía ballena. Se puso bruta, sorda, nerviosa, le dio de todo ¿Tú crees eso posible?. Después, apareció otra chica y para rematarme a mí, pensó que esa tipa era más bonita que ella. ¡Desastre total! Estoy molesto. Para vengarme, todo el tiempo lo mantenía presente.

—¿En serio?

—Pues, no me quedaba de otra. Hacia que pensara en él todo el tiempo, que viera novelas románticas y se lo imaginara a él, que al dormir soñara con él, entonces el cerebro comenzó a pelear conmigo y le advertí, que si seguía molestando con su resistencia se pondría peor la cosa. Un día, la puse tan nerviosa que cuando estuvo frente a él, se le trabó la lengua, se le olvidó hasta su nombre, no habló casi nada pero el dijo que quería volverla a ver.

—Y ¿qué sucedió después?

—Ella le respondió que otro día porque estaba muy ocupada. Respuesta típica del cerebro.

—Pero ¿lograron salir juntos?

—En ese momento se acercó una tal María y le dijo que si podía acompañarla a su casa para que le explicase matemáticas, cuento que obviamente no me comí.

—Entonces salió con la otra.

—No. Salió con Isabela. Ésta sintió celos de María y de pronto, como milagro divino ya no se le trababa la lengua y aseguró, en ese mismo instante, no estar ocupada puesto que podía posponer lo que supuestamente tenia pendiente.

—¡Qué oportuno!

—Ella no es tonta, solo que no se decidía pero al verse amenazada, se activó. Luego se fueron juntos y me emocioné. Sus dientes no podían desgastarse mas de la felicidad, los ojos le brillaban y lo único nítido del panorama era su mirada. Me sentí pleno en ese momento. La volví poeta, contaba las mariposas en la calle, el invierno no la entristecía, aprovechaba la lluvia para bailar en ella y gritaba a los cuatro vientos estar feliz.

—Me alegra por ti. Deben estar muy unidos hoy en día. ¿Por qué dices entonces que no estas bien?

—Porque actualmente están separados.

—Y ¿Cuál es la razón?

—El corazón de su amado dejó de latir.

— Me imagino que por esa razón no estas bien.

—No es eso.

—Entonces ¿Qué ocurre?

—Ella dice estar bien y no es así. ¡No puedo creer que sea tan falsa!. Me calla todo el tiempo, contiene las lágrimas y se le forma el nudo en la garganta. Abre el álbum de fotos y lo que hace es llorar, ve novelas románticas, se ahoga en llanto. Está convirtiendo en millonario al señor de los helados de tanto que come. Cierra sus ojos y se lo imagina. Extraña sus abrazos y lo bien que la hacía sentir. Tiene regado pañuelos por toda la casa. Nada es igual.

—Es triste lo que me cuentas. Ahora ¿Qué harás?

—No lo sé. No quiere enamorarse más. Siempre dice que el cartucho del amor se le acabó. Yo me encariñe mucho con él pero ¿Qué puedo hacer? Le vislumbré la posibilidad de comprar otro cartucho y fue peor.

—¿Por qué?

—Apareció mi viejo amigo el cerebro y le dijo que volvería a sufrir, que era innecesario empezar de cero. Tiene tan poca fe que me espanta. Ella no quiere estar así, no quiere estar sola pero es muy orgullosa, terca y tiene miedo.

—Es difícil tu situación pero isabela tiene que avanzar.

—Debe avanzar pero se siente mal y se miente todos los días. Ya no quiero que diga cosas que no siento. Debo trabajar en eso.

—¿Cuál es tu plan?

Continuará…

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