La vida o el destino no quisieron ese momento para ellos, es por eso que eran tiempos llenos de miradas intensas y sonrisas cómplices.

Pero alguna fuerza extraña los volvió a juntar en otro sitio y en otro tiempo, para que esas miradas y esas sonrisas no mueran, vinieron las palabras a sus bocas y el sonido de las voces llevo al corazón a avanzar sin dudar, a unir sus labios que contenían fuego en el interior, luego las manos se juntaron para entrelazar sus dedos. Ese fue el comienzo. Ese, fue el final.

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