La muerte en el altar (copia)

La muerte en el altar (copia)

Dani Quiñones

22/04/2019

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Es tarde. Se levanta y corre apresurada por el pasillo, al pasar por el espejo se ve el rostro y sabe que no está lista. Se mira fijamente, toma el labial de color escarlata, pero no era eso precisamente lo que quería, así que busca el rojo carmesí, no lo halla. Sabe que tiene que avanzar. Son las 2:22 p.m. De modo que toma su pestañina la pasa suavemente desde la punta inferior de su pestaña y la sube en forma ondulada sobre el párpado de su ojo llegando hasta la parte final de esta. Transcurren 30 minutos y por fin está conforme con su rostro. Se acerca la hora. Está dichosa y rebosa de alegría. Ella la temida y paradójicamente deseada.

La segadora ansiosa espera la hora del quimérico encuentro con su prometido. Este lucirá camisa roja, pantalón negro, zapatos de charol, lustrados para la ocasión, y corbata postiza. Es consciente que si no se apresura, llegará tarde. Es hora de acelerar el paso. Va directo al clóset, lo abre. Con asombro observa su encantador vestido azul marino y salmón, manchado, ¡oh no!, ¿qué es lo que pasa? Replica, pero entiende que tiene que solucionar su dilema. Así que deprisa empieza a limpiarlo. Contradictoriamente, lo único que logra es ampliar la mancha. ¡Qué desgracia! Es como si todo coincidiera. ¿Algún aviso del destino? No puede ser, no es el momento de retractarse, ¡seguiré adelante! Así que decide ponérselo manchado. Igual da. El encuentro ya estaba pactado.

Ding, dong, suena el timbre. La puerta claudica ante el llamado y cede el paso a un tipo de camisa roja, pantalón negro, zapatos de charol finamente lustrados y corbata postiza…

La velocidad aumento en el kilómetro 33, el tacón relincha con cada paso que da sobre el siniestro suelo, el carro choca al perder el equilibrio sobre la avenida, la dama lo toma de las manos, el lucha con todas sus fuerzas por salir, trata de romper la ventanilla sentida, sin embargo sus brazos están maltratados y llenos de sangre, lo mira fijamente, las llaves se enganchan sobre un orificio impidiendo el acceso, su desesperación es enorme y cada vez aumenta más, golpea la puerta con sus codos,es hora de tu último suspiro, ella con voz fuerte dice acepto, pero el sabia el final que le esperaba, al ir por la carretera a tan rápida velocidad.

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